“No queremos más asesinatos de desplazados”, fue la petición de decenas de desplazados que debieron despedir a Miguel Orozco, uno de sus líderes, quien encontró la muerte cuando reclamaba sus derechos.
EFE
Bogotá
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El asesinato, la semana pasada en Tumaco (Nariño), causó aún más zozobra entre la comunidad desplazada, cuyos dirigentes, reunidos en Bogotá, denunciaron la desprotección del Estado y se declararon angustiados porque, argumentaron, grupos armados ilegales están acabando con la vida de todo aquel que se atreva denunciar sus atropellos.
Según un documento que reposa en el Ministerio del Interior y la Defensoría del Pueblo, Miguel Orozco hacía parte del programa de protección a testigos, algo que los desplazados niegan rotundamente.
“Esto sencillamente es la crónica de una muerte anunciada. Lo que iba a pasarle a Miguel lo sabe la Procuraduría, la Defensoría del Pueblo, el programa de protección. Él supuestamente debía estar protegido, pero a él nunca se le brindó protección”, aseguró Jairo Quitian Ariza, líder de desplazados.
El caso de Miguel no es único. Según otras denuncias, también han sido asesinadas varias víctimas del ex jefe paramilitar Carlos Mario Jiménez, alias ”Macaco”.
“El día 20 de julio a las 7 de la noche en Unilago (norte de Bogotá) hicieron un atentado y asesinaron a dos hermanos que habían estado denunciando para reclamar sus bienes”, sostuvo Francisco Espitia, que conforma el grueso listado de personas que han perdido sus tierras por amenazas de paramilitares o guerrilleros y ahora se refugian en las grandes ciudades.
Según Jorge Rojas, de la ONG para el desplazamiento Codhes, 19 líderes han sido asesinados desde el 2002, nueve en lo que va corrido del año.
“Estamos exigiéndole al Gobierno nacional un programa especial de protección a las víctimas y a los líderes de población desplazada porque lo que está ocurriendo es suficientemente grave como para permitir una revictimización de las víctimas”, señaló Rojas.
En dos días la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación dará a conocer su informe anual sobre el desplazamiento y los infortunados protagonistas de este flagelo esperan que el sacrificio de Miguel Orozco no sea en vano y que por fin les den protección.