A finales de 1991 en Cimitarra, Santander, ALFREDO BENÍTEZ, propietario de una pequeña finca, fue asesinado por paramilitares por orden el hacendado Orlando Cárdeno, propietario de la hacienda San Juan de Bedout, ubicada en la vía hacia Bodegas, quien quería apoderarse de la finca de la víctima y para ello lo acusó de ''cargarle comida a la guerrilla''.