El 23 de octubre de 1976 en Girardot, Tolima, el pescador Leonardo Palma se hallaba pescando con su hijo, DANIEL PALMA VASQUEZ en el río Magdalena cuando un carabinero capturó a Daniel y lo condujo al Permanente de la Policía, donde quedó retenido el joven. Al pescador la policía le robó cien pesos.
La denuncia continúa: “Ya en las oficinas del F-2 condujeron a hijo mío a una celda donde quedó bajo llave y esposado. El mismo agente del F-2 me esculcó y me quitó los únicos 100 pesos que portaba, que era el diario para mis hijos. Me advirtió que cuidadito decía algo, porque me pegaba un tiro. Al volver a las 5 de la tarde, con comida para el preso, lo detuvieron y luego salió un joven también del F-2 de camisa morada y me dijo: `Váyase para el hospital, que allá está su hijo´. Recogí la comidita y les dije: ´Tengo otro hijo en el cuartel, lo voy a llamar para que reclame por lo que están haciéndole a su hermano`. Contestaron: `Dígaselo hasta al cura, eso no nos importa. Y si sigue molestando le metemos un tiro, que es como matar a un perro´.
Me fui para el hospital y cuando llegué allá, en el cuarto donde meten los cadáveres, encontré a mi hijo, ya muerto. Estuve allí hasta cuando llegó el Inspector del permanente a hacer el levantamiento. Me dijo: ´Llévaselo para la casa. Eso tiene castigo, pues ha sido un asesinato`. Lo conduje hasta la casa. Y eso fue todo”. Allí termina la denuncia de este padre sobre el monstruoso asesinato perpetrado fríamente por los verdugos del F-2 en Girardot.