El domingo 14 de diciembre de 1975 en el caserío de Anacondia, municipio de Neiva (Huila), el cabo de la policía José Emilio Torres, presa de la más torpe embriaguez, descargó su arma homicida contra el inerme ciudadano JOSE ORLANDO NARVAEZ, trabajador muy apreciado en el caserío y hombre honesto a carta cabal. Tal fue la furia popular que trató de linchar al asesino uniformado, que éste tuvo que refugiarse en la casa cural para poder salvar el pellejo. Como réplica a la justísima repulsa ciudadana, Anacondia ha sido invadida de hecho por destacamentos de la policía que al mando del coronel Rojas, jefe del batallón Tenerife, mantiene intimidada a la ciudadanía. A tanto ha llegado ahora la protección del oficial a su criminal subalterno, que el coronel Rojas ha llegado a amenazar al sacerdote Juan Gómez, por el “delito” de haber protestado por el infame asesinato.