Nelson Anaya Barreto

Fuente: VOZ
1. Abogado
Hechos
El 26 de septiembre de 1983 en Medellín, Antioquia, pistoleros no identificados asesinaron a NELSON ANAYA BARRETO, columnista de El Espectador y El Colombiano. Había dedicado sus últimas columnas al tráfico de drogas y sus repercusiones en la economía y la política de la región. Además, señaló a algunos funcionarios públicos de tener vínculos con bandas de narcotraficantes (1).
El lunes 26 de septiembre Nelson Anaya Barreto, conocido abogado y columnista de El Colombiano recibió un balazo en la nuca disparado por un hombre en moto que desapareció inmediatamente de la escena. A pocas horas del hecho, la reacción de repudio era unánime por parte de la opinión pública, los medios de comunicación, y del propio Presidente, quien pidió investigación a la Procuraduría. El gremio de los periodistas, sensibilizado por el asesinato de otro colega la semana anterior, el caleño Alirio Mora, vio en la muerte de Anaya una arremetida sangrienta contra la prensa.
Las columnas de Anaya en El Colombiano fueron revisadas palmo a palmo, para tratar de encontrar qué podía haber en ellas que le hubiera acarreado enemigos mortales. Una de ellas, publicada recientemente, denunciaba la intromisión del bazuco en la sociedad antioqueña, otra se refería a los asesinos de las motos, otra más, a los "dineros calientes" . También de la guerrilla había hablado en varias oportunidades, pidiendo su erradicación: "Hay que deshacerse de esos perros rabiosos", habían sido sus palabras en alguna oportunidad.
Eran, pues, muchos los puntos sensibles que había tocado entre columna y columna. Sin embargo, según pudo averiguar SEMANA en Medellín, su asesinato pareció deberse más a su actividad como abogado, que a su labor de periodista. Anaya Barreto había sido socio durante muchos años de otro conocido jurista de Medellín, Julio Hincapié Santamaría, quien coincidencialmente también fue asesinado hace 9 años: fue la primera víctima de las motos fantasmas que posteriormente se hicieron conocidas. En esa ocasión, Anaya denunció a un hombre por el asesinato de su colega, y se dedicó a perseguirlo legalmente hasta que logró que lo encarcelaran. Como en Medellín todo crimen esconde otros por detrás, y le aguardan más por delante, ésta no fue la excepción: el homicida de Hincapié Santamaría fue a su vez asesinado en la cárcel. Coincidencialmente, tanto Hincapié, como su asesino, como ahora Anaya, murieron de un tiro en la nuca.
Sin embargo, ésta no es la única especulación sobre el telón de fondo de la muerte de Anaya que se rumora en los pasillos de los juzgados de Medellín. Otro de los casos que estaba litigando también tenía antecedentes sangrientos: Hace tres meses, el abogado Adolfo Pimienta, quien actuaba como representante de los perjudicados por la quiebra de la firma Amelia Garcés y Crismat, fue asesinado por el dueño de esa firma, Alvaro Crismat, condenado y puesto preso por tal acción. Tras la muerte de Pimienta, el abogado Anaya fue quien lo reemplazó en el caso.
Aunque aún no hay ningún detenido por el crimen, todo parece indicar que la explicación a la muerte de Nelson Anaya Barreto puede encontrarse más por el lado de su actividad como abogado, que en sus pronunciamientos como columnista (2).
Fuentes:
- 1. OBSERVATORIO IBEROAMERICANO DE LA LIBERTAD DE PRENSA
- 2. MORIR EN MEDELLIN Semana.com, 10/31/1983 (http://www.semana.com/nacion/articulo/morir-en-medellin/3948-3)