UNA MADRE NO SE CANSA DE ESPERAR

María Irene Valencia García perdió un hijo a manos los paramilitares. Por la lentitud de resultados de la Ley de Justicia y Paz ella considera que “uno es víctima de lado y lado”.

delaurbe
21 junio, 2013
http://delaurbe.udea.edu.co/2013/06/21/una-madre-no-se-cansa-de-esperar/

“Una madre no se cansa de esperar, aunque el hijo se alejara del hogar. Una madre siempre espera su regreso”, canta un grupo de mujeres en la entrada de la iglesia de La Candelaria en Medellín. Mujeres cansadas con camisetas amarillas sostienen pancartas con fotos de desaparecidos. Ellas son las integrantes de la Asociación de Esperanza Madres de La Candelaria, quienes todos los miércoles y viernes realizan este mismo plantón para evidenciar los estragos de esta guerra.

En una reunión previa al plantón, Teresita Gaviria, representante de la Asociación, les dice a los asistentes: “A mí no me da pena muchachitas. No me da pena portar a mis muertos en el pecho”. Les habla a un grupo de 40 mujeres de todas las edades. Todos son familiares de víctimas de la guerrilla, los paramilitares y demás grupos armados.

Entre los asistentes está María Irene, quien ha perdido tres familiares. Un hermano y sobrino de mano de la guerrilla; y su hijo, Oswar Alexis Urrego Valencia, por los paramilitares. Oswar era constructor. Tenía 22 años y 3 hijos cuando todo sucedió.

La desaparición fue en la noche del 28 de marzo de 2000. Como de costumbre, Oswar salió a jugar fútbol con varios vecinos después de trabajar. Como el barrio no tiene cancha, ellos usaban la calle más cercana, la 38B, como cancha. Esa noche siete hombres desaparecieron en una camioneta blanca que la manejaba “un tal Samuel”.

Al día siguiente, doña Lilia, madre de uno de los desaparecidos, Álvaro Jesús Gómez Álzate, recibió una llamada confirmando el secuestro de sus hijos. “Le dijeron que si nosotros estimábamos a nuestros hijos no podíamos hacer escándalo ni decir nada. Que los muchachos se iban por una temporada, que dentro de dos o tres meses los devolvían. Nosotras nos quedamos esperando”.

Los tres meses pasaron y las madres de los desparecidos empezaron a reunirse para hacer algo al respecto. Un día, uno de los desaparecidos llegó al barrio. “Él dijo que a ellos se los habían llevado a La Caucana y los habían vendido por dos millones a cada uno”, cuenta María Irene, “A ellos los reclutaron a la fuerza y dizque les pusieron unos uniformes todos sucios y malolientes”. Dos días depsués Álvaro fue asesinado.

Cuandro entró en vigencia la Ley de Justicia y Paz, en 2005, María Irene y otras madres de este grupo de desaparecidos decidieron empezar la investigación ellas mismas. Así llegaron a las Madres de la Candelaria. Primero estuvieron en el grupo de Amparo Mejía, pero por problemas personales María Irene se cambió más adelante al grupo de Teresita Gaviria. Sin embargo, fue gracias a Mejía que ellas lograron hablar con varios paramilitares en la cárcel de Itagüí.

No obstante, no fue hasta las audiencias públicas del exjefe paramilitar Ever Veloza, alias “HH” que ellas supieron la verdad. Parece ser que “HH” los mandó a matar bajo órdenes de “Los Castaño”. Le dio la orden a alias “Ramón Mojana” para que los asesinara. Según esta versión los cuerpos fueron tirados al río Cauca a la altura del caserío de San Jacinto.

“La verdad, la verdad, yo todavía tengo la duda. Porque en esas audiencias uno escuchas muchas cosas y muchas mentiras”, dice María Irene. Así pues, decidió pedirle a Mejía una cita con “HH” y la consiguió. “Lamentablemente en el momento en que hablé con él se me olvidaron todas las preguntas”.

Lo único que logró preguntarle al exparamilitar fue por qué se había llevado a su hijo. Lo único que recibió fue una disculpa: “Señora, yo le pido perdón de todo corazón, pero lamentablemente estamos en una guerra donde pierden los pobres y los inocentes”. Según María Irene, el exparamilitar le preguntó que si lo podía perdonar que él se lo pedía de todo corazón. “Yo le dije que no, que sería yo muy hipócrita decirle que lo perdonaba si no me salía en el momento”. Ocho días después, el 5 de marzo de 2009, “HH” fue extraditado.

Justicia y Paz

El 31 de julio de 2007, María Irene realizó la solicitud de trámite ante Justicia y Paz. Según lo acordado en enero de ese año ella recibiría su indemnización. Pero una reforma a la Ley, en diciembre de 2012, cambió la reparación que ella y otras madres recibirían. En enero las citaron a todas y les avisaron que la remuneración se presentaría en forma de los servicios de salud, educación, vivienda y garantías de no repetición. “Pero unos servicios que yo digo que el Gobierno está en la obligación de darnos igualmente”, comenta.

“Un hijo a uno no se lo pagan con ninguna plata, porque no se lo recompensan con nada del mundo”, afirma María Irene. Pero lo que más le preocupa es que el Estado “les dé más importancia a los victimarios que a las víctimas”.

Por el momento, y a la espera de la primera ayuda de Justicia y Paz, María Irene toma una bus al centro de la ciudad cada viernes para asistir a los plantones que realizan las Madres de la Candelaria. Después del mediodía un grupo de mujeres con la foto de sus desaparecidos colgando del cuello gritan “Los queremos vivos, libres y en paz. Nos duele la maldad de los malos, pero más nos duele la indiferencia de los buenos. Si estamos en tu memoria somos parte de tu historia. A los vivos les deben el respeto, a los muertos la verdad…”.