TRUJILLO, 20 AÑOS DE IMPUNIDAD

El padre Tiberio Fernández fue al último que mataron esa tarde del 17 de abril de 1990.

REDACCIÓN POLÍTICA
Por: NELS0N ENRIQUE PARRA
7 de septiembre de 2008
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-3082916

Antes de descuartizarlo vivo, lo obligaron a presenciar, una a una, las torturas y las muertes de su sobrina Alba Isabel Giraldo, de Norbey Galeano y de Óscar Pulido Rozo.

Horas antes, hombres que se movilizaban en una camioneta blanca, los retuvieron en la vía que conduce de Tuluá a Trujillo, en el norte del Valle, en momentos en que el presbítero volvía de oficiar una misa por el alma de su amigo Abundio Espinosa, asesinado el día anterior.

A los cuatro los llevaron a la hacienda Villa Paola, de propiedad del narcotraficante Henry Loaiza, ‘El Alacrán’, ubicada cerca al río Cauca.

Allá, el sacerdote fue testigo de cómo Alba Isabel, de 18 años, fue violada por sus captores, sus senos cercenados y su cuerpo desmembrado.

Sevicia y horror

Esta masacre marcó el cierre de una orgía de sangre que en 20 días dejó otros tres episodios fatídicos: “La Sonora”, “Los ebanistas” y la muerte del político Juan Giraldo y otras dos personas que iban con él.

El 31 de marzo unos 30 hombres armados recorrieron los corregimientos de La Sonora y El Tambor, en Trujillo, y se llevaron 10 personas hasta una bodega en la hacienda Las Violetas, del narco Diego León Montoya, ‘Don Diego’.

El día siguiente el jefe ‘para’ alias ‘El Tío’, y el mayor del Ejército Alirio Urueña Jaramillo, los llevaron a otro sitio llamado “La Peladora”.

“El Mayor les pone en la cara un chorro de agua a presión con manguera, les levanta las uñas con navaja, les quita pedazos de la planta de los pies con cortauñas, los corta y les echa sal, luego con un soplete de gasolina que lanza llama le queman en distintas partes del cuerpo y la carne se raja y se levanta el cascarón, les pone el chorro de llama en la zona genital, les corta el pene y los testículos y se los mete en la boca a las mismas víctimas y finalmente los descuartiza con una motosierra…”, narró Daniel Arcila Cardona, guía del Ejército, cuyo testimonio fue recogido por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

El 2 de abril el grupo recorrió el casco urbano de Trujillo y se llevó a cinco ebanistas, primero al comando de Policía de Tuluá, y luego a Las Violetas donde se repitió el siniestro ritual. Esta vez, además del mayor Urueña y del ‘Tío’ se encontraban ‘El Alacrán’ y ‘Don Diego’.

Masacre de 8 años

Para infortunio de los cerca de 22 mil habitantes que tenía Trujillo iniciados los años 90, estos hechos son apenas el clímax de una serie de homicidios ocurridos en un periodo de tiempo mucho más amplio.

Todos estos hechos están narrados en el libro Trujillo, una tragedia que no cesa, el primero del Grupo de Memoria Histórica (GMH), de la Comisión Nacional de Reconciliación y Reparación. El trabajo es trascendental teniendo en cuenta que es fruto de una especie de comisión de la verdad.

Además, destapa uno de los episodios más oscuros en la historia del país, en el que confluyeron todas las violencias.

El documento es el eje de la ‘Semana por la Memoria’, que se inicia el martes con la entrega del informe a los propios habitantes de Trujillo.

Para el GMH, la masacre desborda los crímenes ocurrido entre el 30 de marzo y el 17 de abril del 90 y, acogiendo las conclusiones del Comité de Evaluación del Caso de Trujillo (CECT), la enmarca en un periodo de 8 años, entre 1986 y 1994, en el cual son reconocidas oficialmente 245 víctimas.

La primera registrada fue la de Alejandro Betancur Galeano, asesinado el primero de septiembre de 1986 en la vereda Naranjales, Bolívar, colindante con Trujillo.

El 27 de octubre de 1988, la violencia se recrudece con la muerte de Carlos Enrique Mejía Escobar, un día después de que Eln izara una bandera en el centro del pueblo durante un paro cívico nacional.

Por esa época la tensión siguió subiendo a medida que, por una parte, el Eln se dedicó a amenazar con extorsiones y secuestros a los narcotraficantes, y, por la otra, el Ejército montó las operaciones antisubversivas Relámpago, Plan Democracia y Plan Pesca.

En el medio quedó la población sobre la cual crecieron las sospechas de que algunos de sus miembros eran colaboradores de la subversión.

El 29 de abril de 1989 una protesta campesina fue severamente reprimida por el Ejército. Reza el informe del GMH, en otro de sus apartes, que “los seguimientos e intimidaciones a los miembros de los grupos comunitarios y los líderes del campesinado, además de las numerosas desapariciones forzadas y detenciones arbitrarias”, se convirtieron en hechos cotidianos, hasta que la crisis llegó a su clímax por los sucesos del 29 de marzo de 1990, cuando el Ejército perdió 7 uniformados en un enfrentamiento con el Eln.

De los 21 muertos caídos en los siguientes 20 días en las masacres de “La Sonora” y “Los Ebanistas” y el caso de Juan Giraldo, se recuperaron los restos de 4. El del padre Tiberio solo pudo ser identificado por la platina que tenía en una de sus piernas.

‘Además de la lentitud judicial falta la reparación integral de las víctimas’.

Según la Comisión de Investigación de los Hechos de Trujillo, citada por el GMH, los homicidios, las desapariciones forzadas, las torturas y las detenciones arbitrarias quedaron en la impunidad.

“Las instancias judiciales y disciplinarias se abstuvieron de recaudar pruebas, fallaron en contra de la realidad procesal y cometieron otras graves irregularidades que impidieron la identificación y sanción de los autores de los sucesos violentos, a pesar de estar probado que se trataba de delitos de lesa humanidad”.

En marzo de 2008, la Fiscalía dictó resolución de acusación contra el mayor Alirio Urueña, al entonces teniente de la Policía José Fernando Berrío y al sargento de la Policiá Aníbal Álvarez Hoyos. Pero 20 años después no existe un solo condenado.

A la fecha, ‘El Alacrán’ y Diego León Montoya permanecen detenidos. Sin embargo, las bandas que estos capos organizaron no han sido desmanteladas y siguen sembrando el terror en la región.

Agrega el GMH que testimonios dan cuenta de la omnipresencia de la figura del Alacrán, instalado en la memoria colectiva de los trujillenses como símbolo del terror y la tragedia.

El 31 de enero de 1995, el presidente Ernesto Samper reconoció la responsabilidad del Estado en una parte de los sucesos violentos de Trujillo. Desde entonces se ordenaron reparaciones individuales y colectivas que como los programas de vivienda La Paz y Vivienda Nueva han sido cuestionadas por hechos de corrupción e ineficiencia.

Un ejemplo de negligencia judicial se refleja en un testimonio según el cual gente de la región le llevó a una juez de Tuluá dos costales llenos de cabezas de las víctimas halladas en el río Cauca. Ella respondió que no le servían como prueba porque los cuerpos no estaban completos…

Una Memoria bajo amenaza.

En el 2001, se inicia la construcción del Parque Monumento a la Memoria en Trujillo, que a pesar de distintos esfuerzos sigue inconcluso.

Desde entonces ha sufrido 4 atentados a sus símbolos. Dos veces ha sido incendiado. Le han disparado y han destruido los nichos del muro La sombra del amor. Y este año profanaron la tumba del padre Tiberio.

Las placas en altorrelieve representan el oficio que hacía cada una de las más de 250 víctimas.

Al lado del Monumento ésta la Casa de la Memoria, dedicada al padre Tiberio.

En ella hay objetos suyos y el libro ¡Tiberio vive hoy!..

La primera peregrinación al monumento se hizo en abril de 1995 para conmemorar 5 años del asesinato del padre Tiberio. Asistieron más de 2.000 personas.

En junio de 2002, la peregrinación llevó los restos de 90 víctimas.

En la de mayo de 2003 condujeron los restos del padre Tiberio.

En mayo de 2004 los peregrinos sembraron plantas como símbolo de vida. Y en el 2005 conmemoraron 15 años de la masacre