TIEMPO DE LA PALABRA

Poemas de Guzmán Quintero Torres

Por José Atuesta Mindiola
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El periodista y escritor, Guzmán Quintero Torres, nació (1965) en El Carmen (Norte de Santander), pero era hijo adoptivo de Valledupar. Llegó muy niño con sus padres a la tierra vallenata, se hizo bachiller en el Instituto Técnico Pedro Castro Monsalvo (1985) y en 1990 la Universidad Autónoma de Barranquilla le concede el titulo de Comunicador social y periodista.

Su experiencia laboral la inició en El Diario Vallenato, fue director de Noticias de Radio Valledupar (1990-1994), corresponsal del noticiero Televista (1991-1997), coordinador del El Heraldo(1993-1995), director del programa Enfoque en Radio Guatapurí y su último cargo fue el de Jefe de redacción de periódico EL PILON, desde septiembre de 1998 hasta el 16 de septiembre de 1999, día de su muerte (Los sembradores del terror con pistola en mano cegaron su vida, mientras dialogaba con unos amigos en una cafetería). En el primer aniversario de su muerte, la editorial Vermis, publica el libro de poemas, Un Verso Final. En algunas apartes del prologo, escribí: El poeta peruano Jorge Eduardo Wilson, afirma que ser artista, “es saborear el futuro, oler la inmensidad, palpar la soledad”. Pero a Guzmán quintero Torres no le alcanzó la vida para dimensionar este inventario estético. lejos estaba del crepúsculo donde los días comienzan a acompasarse de los recuerdos, y la nostalgia es como una ráfaga consoladora, cuando prematuramente lo sorprendió la muerte, ese agujero roto de nocturno naufragio. Joven aún, su rostro guardaba algo de las soledades del poeta Cesar Vallejo; respiraba silencioso el viento gris de la tristeza. Su alegría era introvertida, casi invisible a la calle. Era un pensador en su propio exilio, así lo conocí en los primeros años de 1980 cuando era mi alumno en Instituto Técnico Pedro Castro (…) “El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando piensa”, al decir del poeta alemán Holderlin; quizás, por eso ente sorbos de sueños, Guzmán hizo una tímida estación poética. Fue el poeta solitario que se leyó a si mismo. Tal vez, interpretando a Fernando Pessoa,”ser poeta no es una ambición, es una manera de estar solo (…)” YA NO IMPORTA SI MUERO He reído y llorado deslumbrado,

prófugo acompañado

del sentido poético

en la noche de paz.

Sólo en lo alto de mis ánimos

se encuentra la cotidiana espada

que partirá en tres la vastedad

de los que alteran la libertad:

uno en Norteamérica,

otro en Centroamérica

y el tercero en Suramérica.

De esta manera,

el destino de la tierra hará historia,

ahora ya no importa si muero. LADRILLO Panorama de siglos

sin combate,

aún en la virtud de lo moderno,

plácido con sangre de tierra

adosado en lo inerte,

sembrado en cada paso de la tierra

con ansias de topar el cielo.

Si la alegría y el duelo

recorren vueltas ociosas;

las paredes no lamentan

alguna gracia de la vejez,

comparten con el suelo

las lluvias de guirnaldas.

Pero en conjunto de cultura,

ya con nacionalidad: ladrillo. EL ALCATRAZ DE BECEÑA Por la inmensa tierra,

corre el tropel de cenizas,

reconociendo los olvidados

vientos de la patria.

El alcatraz vigila en los aires

el largo camino de la boca

¿Hacia dónde ha aptito el Beceña? Ya sólo está el quebranto de las olas,

con mi amor natural

siento condenación;

Mi corazón es tan sutil como la proa. LA FANTASIA DE LA VIDA No hay una señal

aún entre nosotros,

que nos deje libres

de las miserias.

Y continuamos observando

el fuego de la pasión

de ser superior,

íntimo y dueño

de lo que jamás

podremos añadir

a nuestro cuerpo de barro.

Esa es la vida, un ave,

quizás la más pequeña. ABRIL

Brotes de días calurosos,

con pupilas de agua

que enamoran mi vida.

En lo lejos y en lo cerca

se enviste la melodía

del acordeón.

El tiempo se embriaga

con pasos de son,

leyenda encantada

con arrugas de tradición.

Cantos de ojos dormidos

con manos de ritmo labrador. Tristeza en lejanía

como náufrago paseando

el fuelle de las olas

en noches de abril.