RAMÓN ISAZA ENTREGARÁ DINERO PARA REPARAR A LAS VÍCTIMAS

Colprensa
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La masacre de la vereda La Esperanza, en Carmen de Viboral (Antioquia), en la que fueron asesinadas 27 personas en junio de 1996, fue el primer hecho delictivo que Ramón Isaza, ex jefe del bloque autodefensas Unidas del Magdalena Medio, confesó su responsabilidad en el inicio de su versión libre de Justicia y Paz.

Isaza reveló que esta masacre no fue perpetrada en forma directa por su bloque paramilitar sino que fue ordenada por el comandante de la Cuarta Brigada del Ejército con sede en Medellín, General Alfonso Manosalva, y el mayor David Hernández, ambos fallecidos.

Según los asistentes a la versión libre, Isaza dijo que los miembros de esta brigada que participaron en la masacre contaron con el apoyo logístico de su hijo Omar Isaza Gómez.

Dijeron los testigos de la diligencia, que Ramón Isaza justificó la participación de su hijo en esta masacre en que el Ejército adelantaba un operativo contra 27 integrantes del Ejercito Popular de Liberación (Epl).

RECUENTO DE LAS AUC

Este hecho fue el único relevante durante las primeras cinco horas de su confesión, ya que el veterano jefe paramilitar aprovechó su tiempo para describir la estructura de las Autodefensas Unidas del Magdalena Medio y las razones por las que empuñó las armas a finales de la década de los 70.

En este sentido, Ramón Isaza recordó sus inicios en Puerto Boyacá, donde fue contactado por seis ganaderos que le propusieron organizar un escuadrón particular de seguridad.

Entre su relato histórico repasó los instantes de la guerra que sostuvo en el Magdalena medio con los hombres del capo del cartel de Medellín, Pablo Escobar,. de quien dijo haberlo derrotado.

RECURSOS PARA LA REPARACIÓN

Ramón Isaza manifestó que junto con otros jefes desmoviolizado tratará de reunir 1.500 millones de pesos, destinados a la reparación de las víctimas de las autodefensas.

Según Camilo Güiza, abogado de Ramón Isaza, su defendido relató en versión libre los detalles sobre la forma en que organizó el primer grupo de autodefensas en el Magdalena Medio y que parte de sus propiedades legales fueron robadas por miembros de la guerrilla, cuando hicieron una incursión en la finca Las Mercedes. Ahí le quitaron sus pertenencias y varios animales.

Luego de ese hecho, Isaza decidió armarse con el apoyo de los ganaderos para defenderse de la guerrilla, sostuvo el representante de el jefe paramilitar.

A LA ESPERA DE LA VERDAD

A pesar de su dolor, Flor Gallego lucía elegante. Para ella, el día de la verdad se acerca y con la esperanza de que Ramón Isaza reconociera la desaparición de su esposo, dos de sus hermanos y cinco parientes, llegó a la Fiscalía con las fotos de los seres queridos que en junio de 1996 varios paramilitares del Magdalena Medio fueron sacados de sus tierras de la vereda La Esperanza, en Carmen de Viboral (Antioquia).

Como ella, a la Fiscalía llegaron más de un centenar de víctimas de ramón Isaza. Flor emprendió un largo viaje el fin de semana y con la compañía de las cartas que sus cinco hijos le han escrito a su esposo Jesús Castaño Castaño, un campesino que fue masacrado junto con 16 personas más, cinco de ellas menores de edad.

Los recuerdos aún invaden su memoria y llenan de lágrimas sus ojos. Flor recuerda como el peor día de su vida ese 21 de junio de 1996 cuando los hombres de Isaza llegaron a la vereda para sembrar muerte y terror, y acabar con una numerosa familia que se dedicaba a trabajar el campo.

”La única arma de ellos -dice Flor refiriéndose a su marido y a sus parientes- era un machete, su arma de trabajo”.

Flor representa a las víctimas de La Esperanza. En esa vereda los días 21, 22 y 27 de junio, el 7 y 9 de julio y el 27 de diciembre de ese mismo año, la incursión de paramilitares dejó huérfanos a una veintena de niños.

Dice que uno de ellos era un bebé de 2 meses de nacido. Los paramilitares asesinaron a su padre, Freddy Cordero, y por su madre llegaron días después. El bebé, dice Flor, está vivo. Y según las investigaciones que ella misma ha adelantado, hoy lo tiene una de las hijas de ramón Isaza y debe tener 10 años.

Para ella es el símbolo de la tragedia de la esperanza y espera que Ramón Isaza rebele la verdad del paradero del menor.

Con la esperanza de que el veterano jefe paramilitar confiese su delitos acudió a la versión libre de este lunes.

LA HORA

A las 8 y 57 de la mañana un camión del Inpec, fuertemente escoltado, se estacionó en el parqueadero de la Fiscalía.

Cuando las puertas se abrieron, Apareció en medio de escudos la figura débil de Ramón Isaza. Con gritos de ”asesino, asesino”, fue recibido por el casi un centenar de personas que organizaba el plantón y que tenía en la puerta de la Fiscalía un ataud con el nombre del jefe paramilitar al quien le han atribuido la masacre de la Rochela (Santander), donde murieron los integrantes de una comisión judicial que investigaba la muerte de 19 comerciantes y sindicalistas de la región en 1989.

Con la entrada de Isaza y su abogado las esperanzas de la víctimas parecían reducirse. Camilo Guisa, representante del ex jefe paramilitar dijo que la verdad llevaría su tiempo.

”Nos concentraremos en la justificación histórica. Es necesario que las víctimas sepan el origen campesino de Ramón Isaza y de las autodefensas. Su historia es diferente a la de los otros jefes paramilitares que ya han rendido versión libre”.

Isaza, en medio de sus custodios, quizás con algo de ironía, dejó escapar pocas palabras cuando era conducido al despacho del fiscal de Justicia y paz. ”Vamos a ver de que nos acordamos”. Dijo mientras desaparecía por uno de los infranqueables edificios del búnker de la Fiscalía en Bogotá.

Con la agencia Colprensa