PARAS AMARGARON LA VIDA EN OCHALÍ

Durante tres horas, Alvaro Torres sintió en el cuello el aliento de una decena de paramilitares, que se turnaron de parrilleros en su motocicleta para vigilar las pocas calles del corregimiento de Ochalí.

Por: GLEMIS MOGOLLON V. Enviada Especial de EL TIEMPO.
20 de enero de 2000
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1280220

Alvaro, estudiante de derecho de la Universidad de Antioquia, le sirvió de conductor a los hombres de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) la mañana del segundo día que los pobladores de Ochalí amanecían con el enemigo acampando en sus calles.

El primer amanecer fue el del lunes, cuando por insultos y amenazas de unos 150 paras se enteraron de la reunión en el atrio de la iglesia de San Antonio. En piyama o con lo que pudieron ponerse encima, los 500 campesinos del corregimiento atendieron todo el día el interrogatorio sobre el comercio de víveres.

Galletas, enlatados y cervezas pasaron de los estantes de las tiendas a la mitad de las calles, después de que los hombres de la Auc tiraron las mercancías para sondear entre los labriegos la suerte de los tenderos.

Levanten las manos los que quieran que Everardo cierre el negocio , pusieron a escoger a los campesinos, que en su mayoría aceptaron esa condición creyendo que así aseguraban la vida del comerciante.

No nos dejaron beber ni comer nada en todo el día. A las siete de la noche nos dijeron que nos quedáramos tranquilos, que no iba a pasar nada y nos fuimos para las casas , contó Emilio Gómez*, un joven de 20 años, ayudante de un tendero.

Dentro de las viviendas, pero en suspenso por los hombres armados que decidieron quedarse a dormir en las calles y en la escuela, contaron cada segundo de las siguientes once horas.

Sin madrugar tanto como el primer día, los paramilitares volvieron a tocar las puertas, pero esta vez en las casas de quienes ellos habían escogido. En la lista figuraban, entre otros, Everardo y Juvenal Torres Barrientos, el papá y un tío del estudiante de derecho.

Mientras los dos labriegos caminaban hacia el cementerio, donde los esperaban las otras seis víctimas, Alvaro, de 23 años, seguía recorriendo las calles de Ochalí con un parrillero a sus espaldas. El fue el último que mataron , dice Emilio, mientras recuerda la mala suerte del hijo de don Everardo, pues el muchacho sólo estaba en el pueblo pasando vacaciones.

La rabia de las Auc no se agotó en Ochalí, un pueblito donde se produce el café más suave de Colombia y del mundo. Después de pasar por El Llano, La Ribera y La Quiebra, la lista de muertos llegó a 16. Por falta de comunicación, hasta la tarde de ayer aún no se sabía lo que había pasado en el corregimiento de La Loma.

Aunque inicialmente los asesinatos se relacionaron como una posible venganza de las Auc por la voladura de torres de energía, en el oriente antioqueño, esta hipótesis ni siquiera se mencionó ayer entre las autoridades de Yarumal.

El alcalde, Gustavo Giraldo, reveló que hace 15 días se presentó una avalancha de llamadas extorsivas a los comerciantes. En un principio pensamos que era la guerrilla, pero le seguimos el rastro a las llamadas y nos dimos cuenta que procedían de un teléfono clonado en la cárcel de Ibagué.

Por eso, ayer en la tarde, mientras enterraban a seis de las víctimas, muchos en el pueblo le achacaban la masacre al punto estratégico en el que viven los campesinos de Ochalí. Ese es un corredor que comunica con Córdoba y también con Ituango y Toledo, que es donde empieza el Nudo de Paramillo , dijo un funcionario de la Alcaldía.

*Por petición el desplazado, se omite el nombre verdadero