OTRO CRIMEN IMPUNE, EL DEL EX DIPUTADO SANTAMARÍA

EL PRÓXIMO 27 de este mes se rendirá homenaje a el asesinado vicepresidente de la Asamblea Departamental, Gabriel Santamaría. El acto iniciará a las 5 de la tarde y pretende destacar la labor que realizó por los más pobres.

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Gloria Luz Gómez Ochoa
Medellín
25 de octubre de 2009
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El dolor no desapareció. 20 años después la herida sigue abierta y las lágrimas no dejan de rodar por el rostro de Luisa, una de sus dos hijas, y su esposa Consuelo.

Hace 20 años, un sicario recorrió los pasillos del edificio de la Asamblea Departamental y en el momento que Gabriel Jaime Santamaría, vicepresidente segundo de esta Corporación y presidente de la Unión Patriótica en Antioquia, entró a su oficina, le disparó con una subametralladora marca Atlanta.

El sicario también murió por las balas de los escoltas.

Santamaría era miembro de la desaparecida Unión Patriótica (UP) y fue uno de la lista de los casi 3.000 asesinados de esta colectividad en todo el país, genocidio por el que fue condenado el Estado.

Este 27 de octubre, en la Asamblea Departamental, se hará un homenaje a su trayectoria política y a los 50 años que por esta época estaría cumpliendo a favor de los menos favorecidos. Desde el día de su muerte, su viuda, Consuelo Arbeláez, se empeñó en encontrar a los causantes de la muerte de su esposo, pero el crimen sigue en la impunidad. ”Ella sólo supo que quien lo mató era hijo de una vecina y le pagaron 10.500 pesos. Además, que el plan era asesinar al diputado Gabriel y luego al sicario”, según los resultados de las investigaciones.

La incertidumbre
Cinco años después de su matrimonio, las amenazas contra el dirigente político lo mantuvieron alejado de su familia y rodeado de escoltas. ”Solo estaba tranquila cuando lo él estaba en el exterior”, recuerda Consuelo, quien nunca se separó de Gabriel en su quehacer político, porque era ella su asistente.

Santamaría era ingeniero Industrial, estudió economía en Alemania y se especializó en Cuba, tenía 43 años, dos hijas: Luisa, de 10 y Martha Elena, de 12 años.

Fueron tres atentados contra su vida, pese a los 13 escoltas que lo acompañaban.

Gabriel Jaime era el mayor de tres hijos del maestro Jaime Santamaría y hermano de Pedro Nolasco, quien fuera el pianista de Los Hispanos.

Pero si la trágica muerte de Gabriel fue un golpe duro y al alma de la familia todo lo que vivieron después ha dejado huellas que ni el tiempo se ha encargado de borrar. Luisa Fernanda tenía 10 años cuando perdió su padre y hoy todavía está descubriendo cosas que no sabía.

Recuerdos que atormentan
Urgar en su memoria esos días de dolor y de ausencia y recordar todos esos días de soledad, le revuelcan el corazón. De sus ojos brotan lágrimas y de su boca las palabras de la impotencia: ”Siento que no valió la pena haber sacrificado la vida y todo lo que ha sufrido mi mamá, para que nadie valore lo que él hizo”, dice entre sollozos Luisa, quien a veces se siente culpable porque en sus demandas infantiles le rogaba, le pedía a su padre que fuera a visitarla. ”No sabía el peligro que representaba para él ir a la casa”.

Luisa no olvida el día de su Primera Comunión, la misma que tuvo que hacer en la casa de una amiguita, porque en su casa era un riesgo, ”mi papá se arriesgó para estar conmigo, solo porque yo lo presionaba, y yo feliz”.

¿Y quien iba a saber a los 10 años de todo lo que pasaba alrededor de su padre?

Para Luisa el dolor más grande es saber que se relacionó con la familia del sicario y que estudió con los hijos de quienes lo odiaban.

Pero Gabriel, también en medio de su desespero, cuando tenía que exiliarse en otro país a veces salía huyendo para ver a sus pequeñas.

A Consuelo también, a veces, se atormenta por lo que pudo haber hecho y no hizo. Pese a todas las amenazas y la zozobra permanente en la que vivían jamás pensaron en abandonar el país, ”tal vez pensábamos que no nos íbamos a dejar sacar”.

Las manos que ayudan
Además del dolor y la pérdida las dificultades para Consuelo no pararon.

Después de la muerte de Gabriel Jaime ella se fue para una cabaña en el mar dos meses, gracias al ofrecimiento de un sacerdote.

Al regresar, el rumbo de su vida era incierto. ”Fue gracias al doctor Juan Gómez Martínez que pude tener empleo, levantar a mis hijas y gozar hoy de una jubilación”.

Con la liquidación de Gabriel, Consuelo compró una casa en Vizcaya, pero tuvo que ir de casa en casa por muchos años porque las puertas aparecían violentadas y las amenazas permanecieron por mucho tiempo. Luego compró una finca en El Retiro y la explotación de piedra anfibolita le echó su vivienda al piso. Lleva ocho años esperando el fallo para que le reconozcan los perjuicios, entre tanto paga arriendo. ”Lo que más me duele es que allá también se perdió lo afectivo, las fotos del matrimonio, los escritos de Gabriel Jaime”.

En el corazón de Luisa, Martha Elena y Consuelo aún sigue vivo Gabriel Jaime Santamaría, aunque el tiempo ha sido bálsamo del sufrimiento, el dolor se quedó.

Contexto

CORPORACIÓN REINICIAR, PARA AYUDAR A VIVIR

Luego que el ex diputado Gabriel Jaime Santamaría fuera asesinado, Consuelo Arbeláez, conformó la Corporación La Alborada para ayudar a las viudas de todos los movimientos políticos. Con esa iniciativa logró conseguir 16 casas en El Limonar para las más desfavorecidas. Esa idea surgió de una conversación con su esposo, quien antes de morir se preguntaba, ”qué hacer con tanta viuda”.

Hoy Consuelo hace parte de la Corporación Reiniciar, una entidad que reúne cerca de 150 familias que fueron víctimas de la violencia contra los integrantes de la Unión Patriótica.

Allí cada año se reúnen para conocer el avance de los procesos de investigación de sus seres queridos y se apoyan mutuamente.