NO PODRÁN DETENER LA PRIMAVERA

Después de 17 años sigue impune el asesinato de cinco camaradas de la JUCO en la casa de nuestra organización en Medellín

por JUAN CAMILO PUERTA
Wednesday, Nov. 17, 2004
juco-col@hotmail.com
http://colombia.indymedia.org/news/2004/11/18973_comment.php

Eran las cuatro de la tarde, del 24 de noviembre de 1987, cuando un escuadrón de asalto conformado por tres sicarios, irrumpió en la casa de la JUCO, en el centro de la ciudad de Medellín, ante la mirada cómplice de los policías que custodiaban la sede. Después de hacer preguntas sobre una supuesta plata que había en la casa, procedieron a ametrallar a nuestros camaradas en la pequeña cocina, donde minutos antes los habían encerrado. Esta vil masacre deja cinco camaradas muertos y otros dos gravemente heridos.

Luz Marina Ramirez. “Logró pagar la deuda de VOZ y organizaba, precisamente para el viernes 27 una brigada de la JUCO. Era entusiasta y había sido elegida nuevamente al Comité Ejecutivo en Medellín en la pasada conferencia regional”, dicen compañeros. Estudiaba bacteriología en la Universidad de Antioquia y había ingresado a la jota desde 1984. Dinámica, a donde llegaba Marina llegaba la alegría y la actividad.”

Irián Suaza. Un muchacho salido del propio pueblo. Tenía 30 años y había logrado conseguir un bar por los lados de Junín que él mismo administraba. “Irián había llegado a pertenecer al Comité Ejecutivo. Se habría defendido, pero no portaba nada. En el bar, cuando veía a un tipo cansón lo frenaba de una. Una vez cogimos un bus para Itagüí y habia un tipo raro al que Irián le dijo: usted quien es, muestre sus papeles. Lo requisó y le sacó un revolver. ¡Él era la berraquera! No se intimidaba por nada, si hubiera llevado un arma habríamos frenado a los sicarios” dice uno de los sobrevivientes.

María Concepción Bolívar. 20 años, hija del camarada Rafael Bolívar, campeón de la venta de VOZ. Su hermano nos cuenta: “Ella escribió un trabajo formidable sobre la mujer y sus derechos. Ahora estaba cuidando a Orfelina, que acababa de ser operada de apendicitis. Cada vez estaba más cerca de nosotros, mas cerca de la JUCO.”

Pedro Sandoval. Este joven comunista había venido desde Neiva, donde esperaba terminar sus estudios de bachillerato en el Cesde. De solo 25 años, había cumplido labores en el Huila y en Antioquia, y estaba dispuesto a trabajar cada vez más y mejor.

Orfelina Sánchez. Esposa del camarada Rafael Bolívar. De 39 años, tenía dos niñas de un primer matrimonio y con Rafael tuvo un niño de tres años. Encargada de la casa de la JUCO hacia cinco años, estaba muy ligada a toda la organización. Dice Rafael: “vivir en la propia JUCO nos hizo querer mucho más a la organización, entenderla más y recibir también más amenazas… pensábamos sacar un apartamentico. Pensábamos estudiar. Pensábamos vivir. Y entonces llegaron los sicarios.” Después en el colmo de cinismo, salen como si nada hubiera pasado y ante la mirada atónita de los vecinos, se dirigen a los policías que se encontraban en la entrada de la sede y les dicen: “Suban (al segundo piso) que están disparando allí dentro” y proceden a retirarse.

El alcalde de Medellín, William Jaramillo, en el más alto grado de complicidad militarista, dijo que los sicarios utilizaron silenciadores, cuando toda la ciudad escuchó el espantoso ruido de las balas fascistas. Inmediatamente conocida la noticia de la masacre de los jóvenes militantes comunistas, se produce una gran resistencia de masas, en respuesta al horroroso crimen. En todo el territorio nacional se producen protestas; “¡Sobre usted recae la sangre de nuestros mártires!” reza la carta enviada al presidente Virgilio Barco por la dirección nacional de la JUCO; en Medellín, una multitudinaria marcha despide los cuerpos ametrallados de nuestros camaradas y se bautiza la calle con el nombre de “Mártires Juveniles del 24 de Noviembre”; y desde distintos países llegan cartas de solidaridad con la Juventud Comunista. Hoy, en el XVII aniversario de esta masacre, pese que vemos acrecentar las amenazas paramilitares contra nuestra organización, la Juventud Comunista Colombiana reafirma su compromiso con la lucha por una Colombia socialista. Jamás nos daremos por vencidos. ¡Podrán las botas fascistas pisotear todas las flores, pero jamás podrán detener la primavera!.

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