MISTERIO POR MASACRE EN CÚCUTA

Lo único que ayer tenía claro la Policía es que la masacre de cuatro hombres y una mujer, ocurrida el miércoles a las 7:30 p.m. en el barrio Niña Ceci de Cúcuta, fue perpetrada por seis personas y que la gente del barrio no quiere hablar porque tiene miedo.

eltiempo.com
2 de julio de 1999
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-910322

Las versiones se cruzan. Según la Policía, unas apuntan hacia que la cometieron los paras , continuando con su campaña de limpieza de izquierdistas en el sector Juan Atalaya y la otra, que lo hicieron milicianos en retaliación por la masacre de cuatro personas el pasado 19 de junio en la que las últimas víctimas habrían sido sapos de las autodefensas.

Hasta la tarde de ayer ninguna organización se había atribuido la masacre, que comenzó cuando los seis desconocidos llegaron hasta una vivienda donde estaban los albañiles Moisés Reyes Angarita, de 54 años, y José Alonso Acosta Franco, de 50; los agricultores James Augusto García Agudelo, de 19, y Arley Zurita Vera, de 18; y la ama de casa Cecilia Roa Carrillo, de 41, y dos personas más que alcanzaron a huir y cuya identidad se desconoce, al igual que su paradero.

Según algunas versiones, los criminales atacaron a sus víctimas con diferentes armas de fuego y escaparon de inmediato con rumbo desconocido. Solo hacia las 9:30 p.m., el Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI) de la Fiscalía practicó la diligencia de levantamiento.

Hasta la tarde de ayer, las autoridades no habían podido establecer con exactitud si los muertos tenían o no antecedentes delictivos, pero aparentemente eran personas sin problemas con la justicia y que no habían denunciado amenazas.

Con esta masacre se incrementó el temor generalizado que se vive en toda la populosa ciudadela Juan Atalaya, de la cual hace parte Niña Ceci, y que empezó a sentirse desde el 3 de junio, cuando unos 20 encapuchados grabaron en video las fachadas de las casas de los barrios Caño Limón, Palmitos, Simón Bolívar y Toledo Plata que tenían graffitis alusivos a grupos guerrilleros y amenazaron a sus habitantes.

Nos advirtieron que no podemos dejar la ciudad ni salir de la casa después de las 8 p.m. , dijo un vecino del sector que pidió no ser identificado. Después ocurrió la masacre del 19 de junio, que fue atribuida a las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc).

Pero estos hechos apenas son el inicio de la arremetida violenta en Norte de Santander, que en menos de 40 días ha arrojado 36 muertos y ha producido desplazamientos continuos hacia el casco urbano de Cúcuta desde La Gabarra y las veredas cucuteñas Palmarito, Banco de Arena y Buena Esperanza.

Por esto, este viernes mientras se cumplen las exequias de todas las víctimas, en todos los 40 municipios de Norte de Santander se desarrollarán marchas pacíficas para protestar contra todas las masacres y secuestros que han venido azotando a la región y todo el país.

Me siento amenazado

Los dolientes de las víctimas de la primera masacre en el barrio Niña Ceci, el 19 de junio, contaron con el consuelo del sacerdote Luis Enrique Ortiz, párroco del barrio, que se ocupó de las obras fúnebres de las cuatro víctimas.Pero cumplir con su deber sacramental le acarreó que le empezaran a llegar amenazas de muerte por diferentes vías, hasta que, el martes, no pudo soportar más la presión y abandonó la parroquia dejando una nota: Me siento amenazado de muerte y por eso me voy .

Así que, cuando la noticia de una segunda masacre sorprendió a los parroquianos de Niña Ceci, nadie respondió los llamados a la puerta de la casa cural. El administrador diocesano encargado de Cúcuta, padre Eloy Mora Peñaranda, pidió apoyo espiritual para los deudos a una comunidad vecina de sacerdotes eudistas que se encargará de la parroquia.

Aunque Ortiz se encuentra a salvo en algún lugar de Venezuela , según se lo hizo saber ayer mediante una llamada telefónica a la administración diocesana, tenía razones para temer puesto que los violentos no han respetado sotanas en Norte de Santander y este año han asesinado a dos clérigos.

El 22 de marzo fue hallado el cadáver de Jaime Orlando Acevedo de 30 años, cura de Chinácota, a 500 metros de su capilla en la vereda Iscalá y el 18 de mayo el padre el padre Pedro León Camacho, párroco de Cáchira, fue secuestrado y asesinado por el Eln.