LUZ MARINA FORERO OSORIO, TENÍAMOS UN HOGAR MUY BONITO…

Testimonio de Yudi Giraldo Forero, hija de la docente desaparecida Luz Marina Forero Osorio.

TIRÁNDOLE LIBROS A LAS BALAS
Memoria de la violencia antisindical contra los educadores de Adida, 1978-2008
Investigación realizada por la Escuela Nacional Sindical (ENS) y la Asociación de Institutores de Antioquia (ADIDA)
Medellín, 2011

Luz Marina Forero, oriunda de San Carlos, llevaba 4 años como docente por OPS en una vereda de este municipio, donde la desaparecieron el 13 de febrero del 2002.

Esta mujer, a quien le habían asesinado su esposo siete años atrás, en 1995, logró sacar adelante sus 6 hijos, 5 mujeres y un hombre. Era súper guerrera, muy buena mamá, muy buena esposa, Teníamos un hogar muy bonito. Éramos de los que nos veníamos cada fin de semana para misa, de ver a mi papá y mi mamá juntos todo el tiempo. Era muy linda ella, nos trataba muy bien. A mi mamá le gustaba estudiar, le encantaba, siempre quería superarse. Eso es lo que más le gustaba: estudiar y hacer cada vez las cosas mejor.

Después de que mataron a mi papá, a mi mamá le tocó muy duro. Ella había estudiado el bachillerato y siempre quiso estudiar más, es la imagen que siempre tengo de ella, es el ejemplo a seguir, porque siempre fue muy luchadora. Empezó a trabajar en el hospital, luego se le presentó la oportunidad de ser docente, que siempre fue su sueño, que no había podido realizar por los hijos. Ella empezó a trabajar como docente en esta vereda y simultáneamente empezó a estudiar. Fue una mujer muy callada, muy dedicada a nosotras. Es que el tiempo era muy corto. No le quedaba tiempo de hacer otras cosas porque ella venía a estudiar, y después de que estudiaba se iba toda una semana a encerrarse en el monte, a la vereda, que era demasiado lejos. Nos quedábamos solos prácticamente. Sólo venía los sábados o los viernes en la noche y se volvía un domingo a trabajar toda una semana, el tiempo que compartía era más bien poco. Por eso quería salir de allá de la vereda y estar en el pueblo con su familia, hacer otras cosas, darle un futuro mejor a los hijos, que es lo que básicamente quieren todos los padres. Ella era el apoyo más grande para mí, en todo sentido. Siempre fue mi mejor amiga.

Era una mujer de espíritu alegre, le gustaba salir, estar con los amigos, rumbear. Yo igual permanecía mucho tiempo con ella, prácticamente todo el tiempo, porque era más bien una hija celosa. Por eso desde el momento en que desapareció fue muy dura la vida para mí. Siempre se tiene la esperanza de que va a llegar y todos la aguardábamos, mucho tiempo aguardamos, las navidades, las fechas especiales. Fue muy duro. Se escuchaban muchos comentarios. Cada vez que encontraban un cuerpo todo mundo se alteraba y llamaban porque de pronto podía ser el de mi madre. Era duro pensar en la posibilidad de que estaba por ahí tirada en el campo, ver que pasaban los días y nada. No había respuesta, nunca hubo nada, simplemente comentarios de la gente: que la vieron, que no la vieron, pero nada. Además mi hermano Alex y yo éramos los mayores, y por eso quedamos con la responsabilidad de mis hermanitas menores. Fue difícil, prácticamente nos tocó empezar a trabajar y a luchar, con el apoyo de mis tíos.

Cuando mi mamá fue asesinada, mi hermano tenía 18 años y mis hermanas estaban muy pequeñas. La menor tenía 13 años. Ahora María Eugenia tiene ya 20 años. Eso fue hace ocho años. A nosotros nos tocó enfrentarnos a todo, nos tocó separarnos. Mi hermana se fue a estudiar a Medellín, nosotros nos quedamos acá, trabajando, buscando la forma de salir adelante. Alex empezó a trabajar y hacerse cargo del hogar, y yo prácticamente en la casa hasta que me resultó la posibilidad de empleo. Empecé a trabajar en lo que resultara.

Son recuerdos muy tristes, cosas de las que nunca hablo, temas que evito mencionar. Es muy duro porque nosotros no tenemos un cuerpo, mi mamá nunca apareció. Yo puedo visitar el cuerpo de mi papá en el cementerio, pero a mi mamá no sé qué le pasó, qué le hicieron, no tenemos claridad. En esa época se buscó hasta ayuda internacional, hubo muchos medios que estuvieron yendo allá a esa vereda, que era zona guerrillera. Iban y preguntaban, pero nunca hubo una respuesta.

En esa época no se investigó mucho porque la gente no hablaba. Se empezó un proceso pero la gente no hablaba, no había testigos, no había nada. Hubo mucho desplazamiento, nadie quería hablar. Alguna vez me encontré con una vecina de la vereda, que era cercana a mi mamá, y le pregunté sobre ella, y no me dio razón. Me dijo que no sabía nada, estaba más bien atemorizada. Lo que hice básicamente fue declararla de presunta muerte por desaparecimiento, para reclamar la pensión de mi papá.

Con la desaparición de mi mamá se perdió una gran mujer, una gran persona, que siempre pensó en lo mejor para sus hijos y para todos. Mi mamá era lo mejor para mí, aún lo es, es mi ejemplo más grande a seguir. Si estuviese viva estaría acá trabajando como docente, lo que más le gustaba hacer, esa era su vocación. Yo por mi parte no estaría acá porque ella quería que siguiera estudiando. Por eso no pude seguir estudiando, ella era mi apoyo económico.

Hoy en día mis hermanitas viven en Medellín, estudian y trabajan, son personas de bien, gracias a Dios. Todas son muy luchadorcitas también, dos de ellas viven juntas, las otras dos ya tienen su esposo y hogar aparte. Somos todos muy unidos, siempre en contacto. Todo ha sido muy duro, pero uno se da cuenta de que eso ayuda a fortalecerse y a unirse más en familia. Le agradezco mucho a mi mamá todo lo que nos enseñó, siento dolor porque igual la extraño. Lo que somos ahora se lo debemos a ella, y la verdad hizo muy buen trabajo con nosotros.

Yo me siento orgullosa por mis hermanas, son niñas trabajadoras, que les gusta estudiar, salir adelante. Son personas muy independientes, decentes. Nosotros simplemente pensamos en trabajar y seguir, luchar. Y esto nos unió mucho más.