LA REGIÓN DE URABÁ TEME GRAVE COLAPSO

eltiempo.com
1 de julio de 1993
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Entre las cientos de familias que van de un lado a otro en Urabá, hay un abuelo que puede pasar inadvertido. Sin embargo, es venerado por los que lo conocen, porque puede adivinar el porvenir. Qué puede pasar con Urabá?, se le preguntó. No se descompuso. Miró hacia el occidente y dijo: Las líneas profundas de las fuentes que la cruzan, que hoy pueden ser cien y mañana incontables, muestran una región con un pasado y un presente amordazado por las crisis del luto que provocan la violencia, el olvido y la falta de amor de las gentes que hoy lo habitan.

Pero su futuro, que pertenece a los niños que hoy brotan de las familias de negros, chilapos (habitantes de la sabana cordobesa) y paisas, será doble.

Quizá el viejo tenga razón. Pero una cosa sí parece segura. Lo que con tanta dificultad se ha construido en los últimos años en la zona para labrar un mejor porvenir a esos niños, hoy parece derrumbarse y tiene al borde del colapso a las autoridades, trabajadores, comerciantes y gentes de bien del eje bananero, debido a la decisión de un grupo de países europeos de cerrar sus puertas a un millón de toneladas de banano latinoamericano, para favorecer a sus ex colonias.

En los municipios que constituyen el eje bananero Apartadó, Chigorodó, Carepa y Turbo la preocupación es grande y no se habla de otra cosa. Desde 1991, cuando comenzó a deprimirse el mercado de la fruta a causa de los bajos precios internacionales y de las medidas económicas del Gobierno, todas las actividades se han visto afectadas.

Crece la inseguridad En contraste con lo anterior, la extorsión, el secuestro, los atracos y el boleteo, orquestado por los grupos guerrilleros y otras formas de delincuencia organizada, han crecido.

Los comerciantes no sabemos qué hacer. La demanda ha bajado hasta un 60 por ciento; estamos sin créditos de refinanciación y la cartera es irrecuperable. Para colmo de males, la justicia privada también se está reorganizando en un grupo que surgió hace 15 días y se autoproclamó Ejército de Pacificación de Urabá (EPA).

Su objetivo inicial, al parecer, es combatir la violencia, que provocará el desempleo en las fincas y demás actividades relacionadas con el banano. Sin embargo, su primera tarea fue la de boletear a 1.100 negocios en Apartadó, y amenaza con exterminar al dueño, empleados y sus familias si no colaboramos. Y eso que la gran crisis del banano apenas comienza, comentó un dirigente del comercio.

La situación de la industria bananera, que llevará uno de los mayores pesos de la crisis, es complicada. Además de la iliquidez, la falta de una administración adecuada ha bajado la producción en un 40 por ciento en un buen número de sus plantaciones.

En este momento tenemos menos profesionales en las fincas que en 1985, cuando los asesinatos y las extorsiones alcanzaron estados absolutamente críticos. De agrónomos pasamos a tecnólogos y de administradores profesionales pasamos hoy a coordinadores de fincas, después de ascender de título a los capataces, afirmó un vocero de la Asociación de Bananeros de Urabá (Augura), en Apartadó.

El florecimiento de las plantaciones bananeras en la década de los 60 prácticamente cambió la composición económica de la región. Apartadó y Carepa se convirtieron en municipios y toda la economía de la zona empezó a crecer de la mano del banano.

Si por el problema de la crisis pierdo el empleo, para mi familia es el fin del mundo comentó Rosalba Palacio, trabajadora de una finca bananera. Dígame dónde una mujer analfabeta, soltera y con tres hijos como yo va a conseguir casa y 250.000 pesos mensuales, trabajando dignamente?.

Poner los muertos En los municipios del eje bananero, 18.200 personas (7,7 por ciento de los habitantes de la región) trabajan directamente en las plantaciones. Otros 59.568 lo hacen de manera indirecta. De agravarse la situación, unos 5.000 trabajadores directos y 15.000 indirectos quedarían sin nada que hacer.

Aunque no existe un censo de desempleo en la región, voceros del Ministerio del Trabajo en Apartadó afirmaron que éste es preocupante. El sector bananero, que genera el 70 por ciento del trabajo en la zona, no ha creado un sólo puesto nuevo en el último año y a los trabajadores que se retiran tampoco se los remplaza. Esto es realmente crítico para unos municipios que mantienen unas tasas de crecimiento de población del 7 por ciento anual , dijo uno de ellos.

Nelson Campo Núñez, alcalde de Apartadó, subrayó que frente al recrudecimiento del desempleo nosotros no tenemos nada que hacer. Al contrario, las alcaldías también están afectadas con la crisis, porque la gente ya se está retrasando en el pago de sus obligaciones tributarias y si no hay plata para funcionamiento no queda otra alternativa que prescindir de algunos servidores públicos.

Augura, que aglutina la totalidad de los productores bananeros de la zona de Urabá y de las comercializadoras internacionales Uniban, Proban, Banacol, Eurolatina y Banadex, ha logrado concertar con el Gobierno, en los últimos años, programas de acción social tendientes a mejorar la situación de los habitantes de la región, que ahora se ven amenazados con la crisis.

El Gobierno, según consenso de varios profesionales, no puede dejar desmoronar a Urabá. Si ello ocurre, la región no se estanca sino que retrocede. Pero tampoco puede seguir pensando en una zona que sólo gire alrededor del monocultivo del banano.

Por lo menos veinte de los proyectos relacionados con frutas exóticas, ganadería, porcicultura, madereros, abonos orgánicos, fécula, confecciones y las estaciones piscícolas, ya han demostrado su factibilidad y bondades en la conquista de los mercados nacional e internacional, comenta uno de ellos.

Todo puede ser factible. Y la región puede dar el vuelco definitivo a su desarrollo. Pero también el sueño puede permanecer en las gavetas oficiales, secularmente, si el Gobierno no pone su empeño en sacar adelante los proyectos que tantas veces ha prometido, como el puerto, la zona de libre comercio, el canal interoceánico y el fortalecimiento de la justicia , agregan.

Urabá ya no puede ser considerado lugar de tránsito. Hoy esto es distinto porque ya la región tiene quien la quiera: somos una nueva generación de urabaenses que estamos cansados de los éxodos, de poner los muertos, y que preferimos escribir canciones y construir casas con servicios a los discursos políticos, concluyen.

Primeros efectos en Urabá Hace dos años, los productores bananeros de la zona de Urabá tenían como objetivo extender en 10.000 hectáreas más el área sembrada, que en estos momentos es de 27.578 hectáreas. Hoy han desechado esa idea, como primer efecto de las restricciones de la CE.

Así mismo, otra proyección de las consecuencias para Colombia del nuevo esquema de importación europeo señala que para 1993 el país perdería 100 millones de dólares, o sea casi la tercera parte de los 377 millones de las exportaciones del año pasado.

Los productores de la región tienen proyectado tumbar aquellas hectáreas que no presenten buena productividad, como parte de las estrategias para afrontar la dura competencia que se avecina en el mercado mundial.

En 1992, partieron de Urabá hacia los distintos mercados del mundo 50 millones de cajas de 18,14 kilos cada una, (55 por ciento a la CE), por un valor de 252 millones de dólares. Ese volumen representó el 67 por ciento de participación de la región dentro del total exportado por el país el año pasado (74,7 millones de cajas).

Según la Asociación de Bananeros y Agricultores de Urabá (Augura), a la incertidumbre creada por la CE se ligaron otros factores que golpearon la producción de esta región, como la baja productividad, la sobreoferta mundial y la caída de los precios internacionales.

En hectáreas, Urabá participa con el 65,5 por ciento del área bananera sembrada en Colombia. Santa Marta tiene el margen sobrante.

CON CRIMEN DE CONCEJAL EN CAREPA, SE REANUDA LA VIOLENCIA

Sectores políticos y sindicales de la región bananera de Urabá rechazaron, en forma unánime, el asesinato del segundo vicepresidente del Concejo de Carepa y dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria del Agro (Sintrainagro), Manuel Antonio Benítez Pitalúa.

Benítez, de 27 años, y miembro de la Unión Patriótica (UP), fue atacado por sicarios a las 8:30 de la mañana, cuando transitaba frente a un establecimiento público en zona urbana de Carepa.

Según testigos, el joven político se disponía a tomar un vehículo de servicio público que lo conduciría a la vecina localidad de Apartadó. Los pistoleros le propinaron tres impactos de arma de fuego en el cráneo que le produjeron la muerte en forma instantánea, según voceros de la inspección municipal de Carepa.

Benítez, quien además se desempeñaba como secretario de la seccional de Sintrainagro en Carepa, era oriundo de Turbo y deja esposa y un hijo.

Directivos de la UP y del sindicato bananero realizaron una reunión ayer en la sede de la Casa del Pueblo, en Apartadó, luego de ocurrido el crimen. Los dirigentes condenaron el nuevo hecho de sangre y exigieron a las autoridades que se investigue el asesinato.

En menos de un año, la región de Urabá ha sido escenario de múltiples crímenes contra dirigentes políticos y sindicales, de los cuales se responsabiliza a los grupos guerrilleros que operan en la zona.

El asesinato del concejal de Carepa ocurre en medio del clima de incertidumbre que ha producido la aparición de un grupo paramilitar que se hace llamar Ejército Pacificador de Urabá (Epa). Dicho grupo extorsiona a comerciantes, finqueros y dirigentes políticos.

Voceros del Partido Comunista Colombiano, en Apartadó, dijeron que ese grupo constituye otro elemento de profunda perturbación en la golpeada zona, y pidieron al Gobierno nacional establecer quiénes son sus integrantes, financiadores y organizadores.