LUIS GUILLERMO PÉREZ CASAS
Testimonio de vida de Josué Giraldo Cardona
EQUIPO NIZKOR
8 de agosto de 1997
http://www.derechos.org/nizkor/colombia/doc/josue.html
Caño Sibao es un sitio sobre una carretera destapada que queda al lado de dos barrancos. Es lugar ideal para las emboscadas, y allí se ha segado la vida de decenas de militantes de la Unión Patriótica. La primera masacre se perpetró con la intención de asesinar al alcalde. Ya dos habían sido obligados a renunciar a sus cargos producto de atentados contra sus vidas.
Los carros de transporte público del municipio del Castillo son camperos Uaz, carritos soviéticos que resisten la dureza de las trochas en el invierno. En esos camperos normalmente no caben más de ocho pasajeros, pero con carga incluida, y colgando de los lados como racimos, a veces montan hasta 20 personas. El alcalde Mazo salió de la alcaldía para pedirle al conductor del carro que estaba de turno que le guardara un cupo para él y uno de sus escoltas que más tarde salía para Villavicencio. Los sicarios se informaron que él salía en ese carro, y llamaron a Granada para describirle al grupo paramilitar el carro en el que viajaría el alcalde.
Mazo, por razones de su trabajo en la alcaldía no pudo tomar el campero que había anunciado, sino que se fue en el siguiente. Cuando el primer carro llegó a Cañosibao lo bombardearon, le lanzaron granadas y fusilaron a sus ocupantes. Murieron 17 personas, sólo se salvó una niña que quedó herida. Uno de los sicarios de los paramilitares terminó, sin saberlo, matando a su propio padre. Se ha conocido la noticia porque cuando se emborracha se le ha oído contar la historia mientras llora.
Que la masacre se trataba de un operativo coordinado con el ejército se evidenció cuando, a los cinco minutos de los hechos, el Comandante de la VII Brigada, Harold Bedoya Pizarro, produjo un comunicado atribuyéndole la matanza al XXVI frente de las Farc con el objetivo de encubrir a los verdaderos autores y desprestigiar de paso a la guerrilla.
Al año fueron capturados varios paramilitares y uno de ellos, Camilo Zamora, confesó la manera cómo lo habían planeado y ejecutado. Cuenta que lo hicieron quince hombres de los paramilitares de Granada, que un helicóptero de Víctor Carranza los recogió y los trasladó a una finca de Puerto López. La confesión y denuncia obra en un expediente judicial que adelantó la entonces Juez Cuarta de Orden Público.
De esta matanza me estremeció la insania criminal de los terroristas: sólo tenían como objetivo al alcalde, pero para eliminarlo no les importaba matar personas incluso ajenas a la política. Yo tuve acceso al expediente y lloré al comprobar que mataron a 17 personas sólo por vivir en un pueblo que votaba por la izquierda.