HERNÁN DARÍO MORENO, SU VIDA ERA SER EDUCADOR.

Testimonio de Luz Denis López, ex compañera sentimental del docente asesinado Hernán Darío Moreno.

TIRÁNDOLE LIBROS A LAS BALAS
Memoria de la violencia antisindical contra los educadores de Adida, 1978-2008
Investigación realizada por la Escuela Nacional Sindical (ENS) y la Asociación de Institutores de Antioquia (ADIDA)
Medellín, 2011

Hernán Darío Moreno, oriundo de Quibdó, Chocó, fue asesinado el 25 de agosto de 1995 en el municipio de Chigorodó. Era educador del liceo Simón Bolívar en esta misma localidad. En el tiempo en que fue asesinado realizaba estudios en la Universidad de Pamplona, en Apartadó. Hernán dejó un niño que al momento de su muerte contaba con escasos 4 meses de nacido, hoy tiene 16 años de edad: …De estar mi papá vivo, uno se sentiría más seguro hablando con él. Me imagino que con él sería diferente porque de hombre a hombre él entendería las cosas como se las dijera… Como salir a pasear los dos, a conocer partes con él y hablar de cosas de la vida, como chismosear entre los dos y así gozar, salir a rumbear con él…1

Hernán no era un hombre de problemas, su vida era ser educador. La llevaba muy bien con sus alumnos y compañeros de la institución. Él era quien dirigía la banda en el colegio, le gustaba dirigir. Había cancelado el segundo semestre de su licenciatura cuando lo mataron. Hernán era muy futurista, hacía planes con uno, me decía que cuando yo terminara de estudiar en la universidad iba ascender de escalafón, que entonces ya el niño tendría cinco años y yo podía salirme de trabajar, nos compramos la casita propia y tenemos la niña, me decía.

Con él vivo yo hubiera estudiado y ahora tendría mucho más como persona, como mínimo tendríamos la casa. Yo no seguí estudiando porque quedé sola con el niño, en cambio con Hernán me sentía muy apoyada. Cuando a él lo asesinaron a mí me tocó cubrir todas las deudas de la casa y demás. Lo más difícil es que mi hijo no tenga a quién decirle papá, él quiere mucho a la pareja que yo tengo ahora, pero ninguno va a reemplazar el amor que le tenía él a su papá. Cuando Hernán faltó, mi niño se me enfermó de una manera que yo no sabía qué hacer, mi niño era flaquito, no teníamos ni para desayunar. Me quedé sola con toda la obligación, éramos nosotros dos solos, mi hijo y yo, y había que pagar todo: arriendo, energía, todo, además de sostener mi hijo que se me enfermó hartísimo. Han sido muy duras ciertas fechas, como cuando Juan Carlos se graduó de quinto, que estaba yo sola con él y veía a los demás papás y pensaba que Hernán tendría que estar ahí como papá de Juan Carlos. No se encuentran motivos para asesinar a alguien, y si es que alguno encontró un motivo para asesinar a mi esposo, para venir a quitarle un papá a un niño tan pequeño, yo creo que nunca es suficiente ese motivo.

Sobre la reparación de víctima, ¿yo para qué quiero eso? Para las cosas de mi hijo, para los estudios que él está haciendo ahorita, porque yo tengo que brindarle a él un estudio. Es lo que yo digo, son pérdidas demasiado grandes porque si su papá estuviera yo no tendría que preocuparme tantísimo. El hombre que es mi pareja ahora me ayuda, y sé que me va ayudar a darle estudio a mi hijo, pero no es lo mismo. De todas maneras yo sé que yo tengo que lucharlo porque es para mi hijo, son cosas demasiado difíciles.

Cuando se llega el día del educador hay fiesta. Pero yo pienso: fiesta para los vivos, y por qué no hacemos algo para conmemorar a los difuntos. Me gustaría que tuvieran muy presente esto: si hay fechas para celebrar lo de los educadores vivos, las debe haber para los muertos, que hay muchos, por decir doscientos, una lista alarmante y tal vez no significa nada para uno porque uno no los conoce a todos, pero si significa mucho conmemorarles, y más cuando entre esos 200 está la persona que le ha importado tanto a uno, alguien que le sirvió y le aportó a la educación y a su comunidad, que estuvo en el círculo de ustedes, docentes, que los recuerden y, por qué no, ayudar precisamente a esos hijos que han quedado solos y no se pueden dejar sin la posibilidad de estudiar.

1. Testimonio de Juan Carlos Moreno, hijo del docente.