COLOMBIA NUNCA MÁS
Zona 7ª – La década del Genocidio
Capítulo III 1985 -1996
El 27 de noviembre de 1989 en Mapiripán, Meta, el militante del Partido Comunista, coordinador de la Unión Patriótica y candidato a la alcaldía de la localidad, HERIBERTO ORJUELA RODRÍGUEZ, fue asesinado en ”extrañas circunstancias”, puesto que en los últimos momentos de su vida, se vio envuelto en una redada, en la que al parecer, ingenuamente cayó.
En la fecha de su muerte, el alcalde de la población -de otro partido político le insistió en que le permitiera organizarle un homenaje por su postulación como candidato a la Alcaldía, por su juventud e inteligencia. En el curso de la fiesta intencionalmente lo embriagaron, y una vez se quedó dormido fue llevado por dos mujeres hasta una habitación donde lo dejaron con la puerta abierta. Hasta ese lugar llegó el sicario que lo asesinó de varios disparos, quien antes de marcharse tuvo la precaución de revisar que hubiese sido la víctima señalada, al buscar entre la ropa de la victima su cédula de identidad, la cual dejó sobre una mesa, en el lugar del crimen.
El crimen fue presentado como un hecho de carácter pasional. La primera versión que circuló ampliamente, fue la de crimen pasional. Las mujeres que sirvieron de cómplices inmediatamente salieron de la población; el asesino fue detenido y estuvo dos años y medio preso, al cabo de los cuales fue dejado en libertad. Según averiguaciones hechas de manera particular, todo apunta a señalar al alcalde de esa época como autor intelectual del crimen, pues fue quien armó el engaño y puso en escena la artimaña para enredar al joven, aunque esta posibilidad nunca fue tenida en cuenta por los organismos de investigación.
En este caso se evidencian los siguientes mecanismos para garantizar la impunidad:
• Se armó un escenario de manera que el crimen pareciera un crimen pasional, y hasta se retuvo al sicario quien también dio la misma versión; no hubo investigación profunda que guiara las pesquisas hacia quienes podrían tener interés en quitar de en medio a la victima, teniendo en cuenta los antecedentes de persecución y su calidad de miembro de una organización política señalada, hostigada y perseguida desde varios frentes, cuyos miembros venían siendo víctima de asesinato.
• Se produjo de inmediato el señalamiento de éste como un crimen pasional por las circunstancias inmediatas, sin mirar qué podría haber de fondo, de acuerdo a la persona de la víctima y a las circunstancias de victimización de su organización política.
• La investigación se orientó solamente teniendo en cuenta las versiones y la credibilidad que podían dar a versiones oficiales de los hechos, sin que se practicaran diligencias que ahondaran sobre los hechos y que controvirtieran «la lógica» que parecía tener el crimen.
• La justicia investigó únicamente la versión más fácil que era la de crimen pasional, responsabilizando a la victima de su propia muerte, y así lo hizo aparecer, tal como las autoridades locales que tuvieron que ver con los hechos.
• La investigación se siguió solamente sobre las pistas evidentes del hecho, y a pesar de la existencia de documentos y otras evidencias que habrían podido dar otro rumbo a la investigación éstas no se contemplaron.