Campesinos torturados y asesinados en Monterrey por los sicarios de Román Bazurto. Violada la esposa de una de las víctimas. Cinco cadáveres hallados por los vecinos, los llaneros acusan a Mariachi, el bandolero, al servicio del DAS rural. Una crónica de MARTIN ZAPATA para VOZ PROLETARIA.
VOZ PROLETARIA
Bogotá, junio 16 de 1966
Una delegación de llaneros, de todos los partidos, denunció hace unos días ante el ministro de gobierno, Pedro Gómez Valderrama, el asesinato de diez llaneros de la región de Monterrey, a manos de bandidos del DAS rural, enviados por el coronel Román Bazurto, jefe de aquella organización represiva y sindicado de peculado, falsedad y otros delitos contra el tesoro nacional.
La comisión llanera denunció la muerte de José Vicente Jiménez, Carlos Julio García, Pastor Bohórquez, Alirio Segua, Juan Vanegas, otros tres campesinos que no fueron identificados y dos hombres más, quienes aparecieron muertos en las sabanas, en linderos del hato La Libertad, de propiedad del actual ministro de agricultura José Mejía Salazar.
Los primeros informes señalan que el coronel Román Bazurto, quien dirige a más de doscientos polizontes del DAS rural, quienes son dueños de vidas y haciendas en el llano colombiano, dispuso una operación punitiva para vengar heridas causadas a un agente, durante un encuentro de tipo personal y por asunto de faldas. Los bandidos de Román Bazurto se regaron a las sabanas disparando a diestra y siniestra y el principal sector afectado fue Monterrey.
José Vicente Jiménez, padre de seis niños, fue colgado por los asesinos del DAS rural en su propio fundo, durante tres días. Lo expusieron al sol todo el tiempo, lo flagelaron y finalmente lo asesinaron de dos disparos en la cabeza. El crimen fue presenciado por la esposa de Jiménez, a quien después violaron. Dos hijos de Jiménez fueron detenidos en los calabozos del DAS de Monterrey después de la muerte de su padre.
Los demás llaneros, gente de paz, ampliamente conocida en Monterrey, fueron también flagelados por los agentes de Román Bazurto y sus cadáveres arrojados al río Upía. Dos de los cuerpos fueron hallados por pescadores, con las manos todavía esposadas.
En la desembocadura del río Upía, en el río Meta, fueron hallados por los vecinos tres cuerpos en avanzado estado de descomposición y los tres se encontraban esposados.
La comisión llanera también denunció ante el impertérrito ministro de gobierno Pedro Gómez, que ocho llaneros más, de la región de Monterrey, fueron apresados por los gangsters de Román Bazurto y se desconoce su paradero. Generalmente los llaneros que son detenidos por el DAS rural, siempre abusivamente, no aparecen nunca más o aparecen muertos.
Román Bazurto y sus doscientos bandidos, armados con equipos modernos, sostienen la más impresionante industria de abigeato que se haya conocido en el llano colombiano. El DAS rural no tiene departamento de recuperaciones y todos los semovientes retenidos por asuntos investigativos son enviados por Román Bazurto y sus cómplices al hato El Carmen, de propiedad del jefe del DAS rural y comprado con fondos del gobierno nacional.
CRIMEN SIN CASTIGO
Los crímenes y atropellos de la pandilla de Román Bazurto, a quien no han podido detener por sus negocios sucios en el DAS rural, mediante influencias de algunos políticos, han provocado una reacción en cadena en la población llanera, que se apresta para defenderse.
Los llaneros notificaron al ministro de gobierno, Pedro Gómez, que si en el curso de quince días no es retirado al DAS rural de la región de Monterrey, y no se procede realizar una investigación por los asesinatos cometidos por los bandidos de Román, se aplicarán otras medidas de autodefensas.
Román Bazurto, nacido en Casanare, fue un oficial del ejército que dirigió la tropa que en 1949 expulsó del parlamento los congresistas, por orden de Mariano Ospina Pérez. El tétrico jefe del DAS rural está sindicado de numerosos asesinatos y se ha enriquecido con negocios sucios que están siendo materia de investigación.
Actualmente el jefe del DAS rural se encuentra refugiado en Bogotá, pues teme volver al llano.