Testimonio de Doña Ligia Martínez, madre del docente asesinado Frank Elías Pérez Martínez.
TIRÁNDOLE LIBROS A LAS BALAS
Memoria de la violencia antisindical contra los educadores de Adida, 1978-2008
Investigación realizada por la Escuela Nacional Sindical (ENS) y la Asociación de Institutores de Antioquia (ADIDA)
Medellín, 2011
Frank Elías Pérez Martínez, oriundo del municipio de Frontino, Antioquia, nació el 6 de mayo de 1980. Era educador por OPS en el corregimiento Santana, del municipio de Granada, Antioquia. Fue asesinado el 26 de abril de 2001, sólo 3 meses después de ser enviado a cumplir labores como docente en esta localidad. Tenía 21 años de edad.
Frank era un hijo maravilloso, muy buen estudiante, excelente. No perdió ningún año en primaria ni en secundaria. Sus metas era seguir en la universidad. El día en que lo asesinaron salieron los resultados por El Colombiano, donde se notificaba que había pasado a la universidad. Él era muy amigo del baloncesto. En Granada tenía un reconocimiento que le dio el municipio porque colaboraba mucho en todo lo relacionado con el deporte. Su meta, él decía, era ser un gran jugador de baloncesto. Siendo muy joven dictaba clasecitas y asistía como árbitro a los partidos de baloncesto, tanto urbano como rural. Luego se le dio la oportunidad del magisterio y vino el doloroso hecho de su asesinato.
Esa semana que lo mataron me llamó y dijo: mamá, yo voy el jueves porque tenemos una reunión en la zona urbana, téngame almuercito. Y sí, yo le tenía su almuerzo. Vivíamos en un cuarto piso en todo el parque. De pronto vi que empezaron a llegar las escaleras de esas veredas, se fueron bajando todos los profesores amigos de él, y él no se bajó. Como a veces lo comprometían con encarguitos para las familias del pueblo, me imaginé que había traído algún encargo para otra persona y se bajó antes de llegar. Cuando de pronto veo a mi hija llorando en el negocio. Nosotros vivíamos en el cuarto piso del edificio, y en el segundo estaba el negocio. Cuando veo a mi hija llorando me bajé y la encontré rodeada de todos los profesores que venían de la vereda. Pregunté ¿qué pasó? Señora, me dijeron: a Frank lo bajaron en el camino las Farc, en una parte que se llama La Sierra. Bajaron a dos educadores y de los dos lo escogieron a él. Lo amarraron de la nuca y con esa misma pita le amarraron las manitas atrás y le dijeron al chofer del carro que siguiera. Entonces yo dije: a ese muchacho no le hacen nada, ese muchacho no tiene problemas de ninguna clase. Seguramente alguna investigación le van a hacer. Demás que ahora aparece, o por la mañana. Al otro día, siendo ya las 7 de la mañana, ya estaban los educadores listos en la reunión, cuando llegó la escalera que sale de allá a las 4 de la mañana, con la noticia de que estaba en la carretera muerto. No hubo reunión y dieron tres días de duelo. Muchos de los que estaban trabajando allá por OPS se retiraron, no sé si antes o después de la muerte de él. Mataron a otro educador en Granada, no recuerdo el nombre, ni si fue después o antecito de mi hijo.
Después de la muerte de Frank nos quedamos solamente 12 días en el municipio. Salimos desplazados, porque al parecer mi hija también estaba corriendo peligro. Nos vinimos para Medellín a sufrir todo lo que usted quiera, porque ya estamos viejos, mi esposo siempre ha sido trabajador de campo. Es un cambio muy duro, al cual uno no se acostumbra. Le cuento que esta casa no es de nosotros, la está pagando el hijo mayor que tengo, y con muchas dificultades. Tiene como tres cuotas atrasadas el pobre muchacho. Estamos aquí al ladito de él, pero él ya es casado, ahorita está trabajando en Bello y la señora trabaja en el municipio de Granada. Entonces nos dieron cabida acá. Nosotros estamos bregando a ver si como desplazados nos dan casa, y mire todo el tiempo que llevamos y no se ha podido. Nosotros estamos aquí a lo que el hijo nos pueda dar, pues él ya está casado y tiene su obligación.
Frank era el que nos estaba colaborando, y al faltar él hemos estado dando tumbos allí, allá. Ahorita estamos aquí, con el hijo. Antes de que ustedes llegaran me fui para la UAO, porque estoy luchando a ver qué se puede hacer, de pronto nos den una vivienda, siquiera para el viejito y para mí, porque ya el muchacho es casado y la señora cualquier día se le acaba su trabajo en el municipio de Granada y viene a ocupar el espacio que ahora tenemos.
Con la muerte a Frank le arrebataron muchos sueños. Él quería estudiar mucho, él me decía: vea mamá vea, yo le voy a llenar esta alcoba de puros diplomas, voy a estudiar mucho. Le gustaba todo lo relacionado con el baloncesto, lo de educación física y sociales. Él tenía su meta solamente en estudiar. Los domingos en el pueblo se dedicaba a manejar un negocio que teníamos. Era muy dedicado. Por las mañanas iba a sus entrenamientos de baloncesto, o a partidos que tenía en municipios, o algo así. Luego se metía en el negocio a trabajar hasta la una o dos de la mañana. Son recuerdos muy dolorosos, tenía mucho por vivir. Era un joven que pudo haber aportado mucho.