Testimonio de Sergio Echeverri, docente jubilado, miembro del sindicato Adida y primo del docente asesinado Francisco Javier Vásquez.
TIRÁNDOLE LIBROS A LAS BALAS
Memoria de la violencia antisindical contra los educadores de Adida, 1978-2008
Investigación realizada por la Escuela Nacional Sindical (ENS) y la Asociación de Institutores de Antioquia (ADIDA)
Medellín, 2011
Él y yo somos primos hermanos, lo conocí desde muy temprano. Como familiares nosotros vivíamos en una casa de los papás de ellos, como se dice mayordomos. Entonces él iba a mi casa con frecuencia y de ahí la amistad y el parentesco. Como somos contemporáneos, él estudió conmigo los dos últimos años de bachillerato en Marinilla, que es lo que recuerdo más claro. En esa época no había bachillerato completo aquí en Santuario, sino que tuvimos que ingresar al San José de Marinilla. Posteriormente se vinculó al magisterio, y coincidencialmente yo también lo hice. Mientras yo ejercía aquí en el Santuario, el trabajó en otros pueblos de Antioquia. Estando en Arboletes, Urabá, lo trasladaron a Medellín e hizo estudios universitarios. No sé exactamente qué título obtuvo, creo que era sociólogo. Finalmente fue trasladado a El Santuario, su pueblo, donde volvimos a tener una relación de amistad más estrecha.
Pacho llegó a trabajar en el colegio donde yo trabajaba, en el IDEM Presbítero Rodolfo Gómez. Era un gran educador, tenía mucha influencia en los alumnos. Era un líder. Los muchachos acogían mucho sus ideas, sus conocimientos, tenía gran afinidad con el estudiante. Un día me contó sobre algunas liberaciones que se organizaron de personas secuestradas, y él se sentía satisfecho de haber participado. Al parecer buscaba contactos, gestionaba, de manera que pudiera ser un facilitador en la liberación de personas secuestradas.
Como sindicalista Pacho era todo un líder. Movía las masas del pueblo, muchos le creían. Otros desde luego no compartían sus ideas, no le creían, pero aún así tenía gran influencia en la parte social. Fue presidente de la Sociedad de Mejoras Públicas. Gozaba de una gran relación con la sociedad, no sólo con la santuariana sino también con gente influyente. Algún día salimos a un café que hay cerca del colegio y me dijo que lo habían amenazado. Eso fue muy cerca de la época de su muerte, en un intervalo de un año. Cuando me contó eso, le dije: yo siendo usted empacaba mis libros y me desaparecía. Me contesto: uno muere solamente una vez. Me quedé callado, ante una situación de esas qué dice uno, estaba decidido a morir por su causa.
Pacho sabía de dónde venían las amenazas, me dijo que provenían de los paramilitares. Un día, sábado por cierto, estaba yo en un cafetín tradicional del pueblo, como a las once de la mañana, compartiendo con unos amigos. Él entró con una persona que yo no conocía. Les dije siéntense. Él me contestó que mejor se sentaban en otra mesa. Yo no conocía a la persona que lo acompañaba, aún así pasó desapercibido. Me fui a mí casa, y como a las dos de la tarde alguien me comentó: mataron a Pacho Vásquez. Yo me puse nervioso. Fue muy duro, no sólo perdí un familiar, sino que perdí un amigo. Perdimos un líder.
Era una persona muy dada al medio ambiente, de la parte social. A él acudía la gente para una ayuda, no tanto política sino social, comunitaria. Fue muy duro para el sindicato, porque él le trabajaba mucho. Siempre que había algo que hacer a nivel de paro, era él quien motivaba, era una persona con mucha conciencia social. Fue una gran pérdida.