COLOMBIA NUNCA MÁS
Capitulo VI
Puerto Triunfo: Zona Franca para asesinar y desaparecer
Editado electrónicamente por el Equipo Nizkor- Derechos Human Rights el 16jul01
Es precisamente en este marco, en el que en 1981 llega al corregimiento Estación Cocorná, del municipio de Puerto Triunfo, un nuevo párroco. Fue designado para que desarrollara su labor allí el sacerdote Bernardo López Arroyave. Este era un sacerdote un poco sui generis ya que antes de dedicarse al sacerdocio, había sido un miembro activo del Partido Conservador, en representación del cual alcanzó a ser Diputado a la Asamblea de Antioquia. Abandonó su carrera política, se ordenó como sacerdote y desde ese nuevo campo de acción se dedicó a una labor pastoral concientizadora y de promoción de la organización comunitaria.
Bernardo, con el entusiasmo que lo caracterizaba, se dio a la tarea de promover la organización de las comunidades campesinas en su vereda, partiendode un modelo de evangelización integral, donde el anuncio del Evangelio estaba articulado con el desarrollo de dinámicas de concientización, organización y promoción de la comunidad, y con su compromiso político por la construcción de una sociedad más justa e igualitaria. (9)
Producto de este trabajo y esta concepción, en la vereda Santa Rita, de la Estación Cocorná, entre otras, surgió una Comunidad Cristiana Campesina de extraordinario dinamismo, que incluso ayudó al desarrollo y crecimiento de otras comunidades. Las reflexiones bíblicas se alternaban con tareas organizativas de cooperativas, grupos de salud, deportes y alfabetización. De los líderes que se destacaron en esta comunidad estaban los hermanos Alirio y Carlos Augusto Buitrago Ramírez. ”La mayoría de los jóvenes se vincularon a nuestro trabajo. La idea era tener un servicio para todos, teníamos cooperativas, teníamos trabajo de comunidad, nos colaboraban y les colaboramos porque era un trabajo que lo hacíamos entre todos: en toda lavereda si de pronto un vecino se enfermaba entonces nosotros íbamos y le hacíamos el trabajo, por ejemplo, recogiéndole la cosechita, bueno eso dependía del tiempo en que se enfermaba. Ese fue el trabajo que empezó en esta vereda”. Los jóvenes de la vereda trabajaban en el día en los quehaceres comunes de su tierra y en las noches ”Iban a dar clase a la escuelita’ de la comunidad. Varios de ellos se dedicaban a la catequesis. Todo el trabajo comunitario ayudó a integrar y organizar la comunidad… ”El trabajo de nosotros es para que todos viviéramos como hermanos y vivir al servicio de todos”.
La experiencia de trabajo promovida por el sacerdote Bernardo López y asumida por las comunidades, comenzó a molestar a los finqueros terratenientes de la región que señalaron a los miembros de la comunidad: ”Nos tildaron de guerrilleros unos finqueros que se tenían como de muy riquitos…ellos nos veían en el trabajo y se llenaron de envidia, de egoísmo y de una vez nos tildaron de que ese trabajo era para otra parte, que no era para el servicio de la comunidad sino para el servicio de la guerrilla”.
Los terratenientes, inconformes con el proceso organizativo que se veníadando deciden organizarse y apoyar la creación de los grupos paramilitaresen la región contando para ello con el apoyo de los policías del municipio; todo esto lo coordinaban desde la Estación Cocorná. ”estos insistieron enirnos tildando de guerrilleros hasta que se organizaron ellos, nos echaronuna gente armada, hasta dos policías del caserío llegaron allá con unagente armada y nos asesinaron a cinco niños, cinco niños se puede decil porque el mayorcito que era Alirio tenía 20 años y los otros eran de 15 en adelante… esos finqueros se organizaron de una forma que unos pagaron y otros fueron al hecho”.
• El 17 de septiembre de 1982, a las 6:30 p.m. Carlos Augusto Buitrago Ramírez, Alirio Buitrago Ramírez, Fabián Buitrago Zuluaga, Gildardo Ramírez y Marcos Marín, se encontraban comiendo enla casa de los primeros, después de haber jugado un partido de fútbol. Hasta allí llegó un grupode 4 hombres armados, uno de ellos vistiendo sudadera y los demás uniformes militares, preguntaron por Don Manuel Buitrago, padre de Alirio y Carlos pero éste no se encontraba. Dijeron entonces que querían conversar en privado con los hombres que se encontraban allí. ”Ellos inocentes, creyendo que era ley, salieron con ellos, y, pues preguntaron cómo se llamaban ellos, les dieron el nombre y se los llevaron para la raíz de un árbol y los prendieron a tiros y los dejaron tirados por el suelo con grandes heridas en el cuerpo”. (10)
Al escuchar el tiroteo, la madre de Carlos y Alirio huyó por la parte de atrás de la casa con sus doshijos menores, ocultándose en el bosque hastaque otros vecinos llegaron a ver qué sucedía. Cuando fueron a buscarlos, los cinco cuerpos yacían debajo del árbol bañados en sangre. Dos de las víctimas tenían 10 años de edad.
Los jóvenes campesinos, fueron asesinados porcinco paramilitares liderados por Matías Suárez, terrateniente de la vereda Santa Rita, acompañado entre otros por dos policías de la Estación Cocorná, uno de ellos llamado Carlos, el grupoera financiado por Enrique Gómez y Carlos García alias «El Gordo».
Al requerirse la presencia del Inspector de Policíade la Estación Cocomá, éste se negó a hacer el levantamiento de los cadáveres y el médico legista de Puerto Triunfo se negó a practicar las necropsias. Al día siguiente la familia y los vecinos recogierontos cadáveres y los llevaron a Estación Cocomá para ser sepultados. Después de la masacre los policías que participaron de los asesinatos huyeron del pueblo. El comandante de la Policía de la Estación Cocorná le dijo al Párroco, sin haber hecho ninguna indagación, que los autores habían sido guerrilleros de las FARC y que las víctimas sabían muy bien que ellos estaban allí.
El Comando del Ejercito informó a través del periódico El Tiempo, el día 23de septiembre de 1982, ”que el pasado 17 de los corrientes en la vereda Santa Rita, jurisdicción de Estación Cocorná. enfurecidos campesinos por la persecución de que han sido víctimas por parte de la guerrilla, enfrentaron a una cuadrilla de las FARC y dieron de baja a Carlos Augusto Buitrago Ramírez, Fabriciano Buitrago Zuluaga, Aliño Buitrago Ramírez, Marcos Marín y Gildardo Ramírez’.
Al parecer los victimarios tenían pensado realizar una masacre mayor, aprovechando la celebración del matrimonio de Alirio que estaba planeado para ese día y en el cual toda la comunidad veredal iba a estar reunida; el matrimonio fue aplazado a raíz del atentado que sufrió el Padre Bernardo López Arroyave, Párroco de la región, en días anteriores, en la vereda El Oro. Este atentado fallido aceleró los planes de masacre que los terratenientes tenían para la vereda Santa Rita.
Las víctimas tenían vínculos familiares entre ellos, Carlos y Alirio, eran hermanos, primos de Fabián y sobrinos de Gildardo. Marcos era un niño de10 años, amigo de los otros muchachos asesinados.
El 20 de septiembre el Obispo de Barrancabermeja envió una comunicación a las autoridades departamentales y nacionales recopilando los testimonios de varios campesinos de la vereda, pidiendo el esclarecimiento del hecho y el juzgamiento a los responsables.
Después de haber denunciado los hechos toda la familia fue amenazada y se vio obligada a desplazarse. Como consecuencia, su tierra quedó abandonada, lo que agravó su situación económica, sobreviviendo gracias a la solidaridad de las personas. ”Nos hicieron un daño irreparable porque uno en la casa, donde tiene la comidita y tener uno que salir prácticamente a aguantar hambre, irse de la región, de la casita. Nos tocó que salir con lo encapillaito, eso fue muy duro nos toco que sufrir verdaderamente…”.
Sin embargo, la familia Buitrago no perdió la esperanza, su madre comunicódías más tarde a las Comunidades Cristianas Campesinas: ”Esto es un caso muy doloroso para nosotros, pero mis hijos no murieron. Ellos siguen vivosen el corazón del pueblo y su sangre le da vitalidad a la comunidad. Elloscumplieron la voluntad de Dios. Todo aquel que da la vida al mundo por losdemás y llevando una vida cristiana como eran mis hijitos y mis compañeritos y mi hermanito, están haciendo la voluntad de Dios. Todo el pueblo lloró a mishijos porque no encontraban delito para haberlos matado tan dolorosamente. Y porque miraban que eran verdaderos cristianos. Ellos compartieron el Evangelio, ayudándoles a descubrir la realidad a los demás, participando en las tareas del hogar, estudiando la Biblia en familia. Pero este ejemplo será eterno. Ellos ya pasaron a la vida eterna, pero con su resurrección siguen siendo vivos entre todos nosotros para siempre. Porque el que ama a sus hermanos hasta dar su vida por ellos tendrá la vida eterna.” (11)
Ya desde 1981 se había detectado en la zona del Magdalena Medio la presencia de un grupo armado conformado por civiles pagados, pero dirigidos y entrenados por militares. Tres jóvenes sicarios que se entregaron a las autoridades de San Vicente de Chucurí, en enero de 1983: Manuel y Clodomiro Niño y Pedro Pablo Ortíz revelaron minuciosos detalles sobre el accionar de dicho grupo; el grupo se había formado en la Inspección de San JuanBosco de la Verde (Municipio de Santa Helena del Opón), donde el Inspector Isidro Carreño Lizarazo había sido el principal promotor. Dicha inspección era visitada constantemente por altos oficiales del Ejercito que se movilizaban en helicópteros, quienes eran los que proporcionaban las armas y entrenaban. Este grupo apoyó la creación del grupo paramilitar en la región de Puerto Triunfo.
A mediados de 1982, también se organizó en Puerto Boyacá otro grupo paramilitar durante la alcaldía del Capitán del Ejército Oscar de Jesús Echandía Sánchez.
En medio de estos dos grupos paramilitares, los sectores progresistas dela Iglesia, y los campesinos del municipio, empiezan a vivir horas amargas como blancos de la más despiadada represión. El Párroco de la Estación Cocorná, Bernardo López, escapó con vida a tres atentados, uno de ellos cometido en la vereda Santa Rita. Por tal motivo el Obispo de la diócesis de Barrancabermeja lo trasladó para salvar su vida, pero este traslado afligió bastante a las comunidades a las que acompañaba con su trabajo pastoral.
Después del asesinato de los jóvenes catequistas se produjo una alarmante oleada de crímenes y atentados en la zona. Monseñor Bernardo Arango, Obispo de Barrancabermeja, visitó al Presidente de entonces, BelisarioBetancur, ante quien denunció los crímenes que los paramilitares estaban cometiendo en la región; ninguna medida fue tomada por el alto gobierno para garantizar la vida de los pobladores, ninguna investigación se abrió para esclarecer la autoría de la muerte de los catequistas y ninguna acción se emprendió para desmontar los grupos paramilitares que con el apoyo de la fuerza pública estaban exterminando a los campesinos.