DEUDA CON LA HUMANIDAD
Paramilitarismo de Estado en Colombia 1988 – 2003
CINEP Centro de Investigación y Educación Popular
http://www.nocheyniebla.org/files/u1/casotipo/deuda/html/pdf/1997.pdf
El paramilitarismo no solamente se revela cuando se comprueba la presencia de agentes civiles que ilegítima e ilegalmente actúan con armas, vínculos, delegaciones, motivaciones y mecanismos de protección y encubrimiento proporcionados por la fuerza pública, sino también cuando los mismos agentes de la fuerza pública se camuflan como civiles delincuentes o tratan de esconder tras operativos aparentemente legales, acciones que de ninguna manera pueden ampararse en la autoridad que el Estado le ha delegado. Este tipo de acciones fue denunciado como un comportamiento habitual del “Comando de Operaciones Especiales – COPES-“ de la policía nacional en Medellín, por el Teniente de la Policía Néstor Eduardo Porras Montero, quien vivió en carne propia los episodios que relató ante las instancias judiciales.
El 4 de mayo de 1990 los medios de información registraron el allanamiento practicado por personal de la policía en las oficinas de la firma “Inversiones Agropecuarias y Mineras Budapest”, en Medellín, luego de lo cual aparecieron 7 personas muertas, entre ellas el propietario de la firma y 7 empleados. La versión oficial acusaba al propietario de ser jefe de finanzas del Cartel de Medellín y afirmaba que las víctimas había disparado contra la fuerza pública. Algunos medios de prensa dejaron constancia de que las armas que aparecieron en los cadáveres de las víctimas nunca habían sido disparadas. La declaración rendida por el Teniente de la Policía Néstor Eduardo Porras Montero el 22 de noviembre de 1990 ante el Juez Segundo de Instrucción Criminal de Bogotá atribuía esta masacre a un comportamiento criminal habitual del Comando de Operaciones Especiales –COPES- de la DIJIN en Medellín. El Teniente Porras actuaba entonces como comandante de la séptima compañía del Cuerpo Elite, a la cual se le asignó la tarea de acordonar la zona. En medio del operativo subió al cuarto piso del edificio donde funcionaba la firma Budapest y constató que los de la DIJIN habían asesinado a todo el personal que se encontraba allí y que luego colocaron armas en sus manos. A uno de ellos, muy joven, le colocaron en su mano una granada sin quitarle siquiera la cinta de protección, y a otro le colocaron la escopeta que portaba el Capitán Julio Santoyo Velasco. Los del Cuerpo Elite se negaron entonces a firmar el acta de allanamiento, pero finalmente fue firmada por el Capitán Javier Ñanes Erazo, el cual fue ”premiado” trasladándolo enseguida a la DIJIN. El Teniente Porras Montero, en su declaración, afirma que en las reuniones que tenían los miembros del Cuerpo Elite con el personal de la DIJIN, presididas por los Coroneles HUGO MARTÍNEZ POVEDA, LINO PINZÓN NARANJO y MAR COS GANTIVA ARIAS, siempre les decían que la orden que tenían era no capturar sino matar y que por esas acciones se les premiaría y si surgía algún problema de tipo penal, se les solucionaría.
El 24 de mayo de 1990 los medios de información registraron la explosión de un carro-bomba en inmediaciones del Hotel Intercontinental de Medellín, hecho en el cual perecieron 3 miembros de la policía. En los días posteriores se produjeron en la ciudad numerosos hechos de violencia que causaron muchas víctimas y que eran registrados como realizados por autores desconocidos. La declaración antes mencionada del Teniente Néstor Eduardo Porras hacía luz también sobre esos acontecimientos trágicos y señalaba a la DIJIN como autor institucional de toda esa violencia, cuyos miembros actuaban al más perfecto estilo de bandas delincuenciales comunes, amparados en su investidura oficial para no ser perseguidos. El Teniente Porras Montero asegura en su declaración juramentada que el Coronel OSCAR PELÁEZ CARMONA envió desde Bogotá un refuerzo de personal que en tres días produjo cerca de ciento cincuenta muertos. En conversaciones con los Tenientes José Nelson Abril Cadena y Álvaro Bahamón Vega, quienes formaban parte de dicho contingente de refuerzo y habían sido sus compañeros de curso, el Teniente Porras pudo comprobar que la DIJIN estaba detrás de todos esos asesinatos, muy numerosos en las comunas populares de Medellín y en tabernas de la ciudad, y que incluso colocaron una bomba en un edificio y otra en las instalaciones de Colmundo Radio. Al comentar, en un almuerzo, cómo habían colocado esta última bomba, añadían que eso era insignificante en comparación de lo que habían hecho con ”La Ramada”. En efecto, durante esas semanas aparecieron muchas personas asesinadas que eran registradas por los medios como ”miembros de la banda La Ramada”.
Una sigla detrás de la cual se encubrieron numerosos de estos crímenes fue la de un supuesto grupo llamado ”AMOR POR MEDELLÍN”. En su declaración el Teniente Porras narra cómo vio salir una noche a miembros de la DIJIN vestidos de campesinos en varios camperos marca Toyota, y esa misma noche resultó incendiada una finca cerca del barrio El Poblado, con una colección de carros. Al día siguiente el Capitán Carlos Vera López le confirmó al Teniente Porras que habían sido ellos los autores del incendio y le expresó que ”A veces había que hacer cosas ilegales; que así era la Policía”.
Uno de los objetivos fundamentales y de los rasgos característicos del paramilitarismo es facilitar la comisión de crímenes y la utilización de medios violentos ve dados en las leyes, mediante el sometimiento de las víctimas a formas de control o represión aparentemente legales, como allanamientos y capturas, para darle cobertura a los actos criminales que luego se niegan, se disfrazan o se justifican mediante la elaboración de versiones falsas. En esta modalidad de paramilitarismo no son los civiles los que actúan como auxiliares, o bajo la apariencia de, o con la protección de la fuerza pública, sino que es la misma fuerza pública la que actúa al mejor estilo de bandas delincuenciales fuera de la ley, en actos incompatibles con el servicio pero utilizando la investidura como cobertura. Esto es justamente lo que revelan las declaraciones del Teniente Néstor Eduardo Porras Montero cuando se refiere al comportamiento habitual del Comando de Operaciones Especiales -COPES- de la DIJIN- POLICIA NACIONAL en la ciudad de Medellín, entidad que según el testigo actuaba con apoyo institucional nacional. Entre los meses de enero y mayo de 1990, el Teniente Porras era Comandante de la séptima compañía del Cuerpo Elite de la policía, pero sus superiores locales le asignaron siempre misiones subsidiarias al COPES, como acordonamiento de la zona donde iba a actuar el Copes o firma de actas de allanamientos que practicaba el Copes. Desde esa posición él pudo constatar que los miembros del COPES torturaban, robaban, saqueaban oficinas y residencias, masacraban y vestían a sus víctimas con prendas de combatientes y les ponían en sus manos armas y explosivos. También registró el rumor fundado de que la labor de persecución contra el Cartel de Medellín que el Copes dirigía, y contra su líder Pablo Escobar, estaba promovida y estimulada financieramente por el Cartel d e Cali.
En junio de 1990 el Teniente Porras fue trasladado a Bogotá, pero antes fue advertido por el Teniente Carlos Alberto Garzón López de que los de la DIJIN estaban resentidos con él porque no había querido colaborarles y que posiblemente lo iban a matar. A los pocos días el Teniente Garzón fue asesinado y al Teniente Porras lo visitaron en su casa, le introdujeron unos radios y unas ametralladoras y le iniciaron por ello un proceso judicial. Según el testigo, el COPES estaba conformado únicamente por oficiales de la policía, entre los cuales señala como responsables de las numerosas acciones criminales perpetradas en Medellín, entre enero y mayo de 1990, al Coronel OSCAR PELÁEZ CARMONA, a quien señala como autor intelectual de todo eso; al Coronel HUGO MARTÍNEZ POVEDA, jefe del COPES; al Coronel LINO PINZÓN NARANJO; al Coronel MARCOS GANTIVA ARIAS; al Mayor AGUILAR NARANJO; al Mayor MIGUEL TOSCANO MOVIL; al Mayor GREGORIO GONZÁLEZ GONZÁLEZ; al Capitán JULIO SANTOYO VELASCO; al Capitán RICARDO RESTREPO LONDOÑO; al Capitán CARLOS VERA LÓPEZ; al Teniente HARID WALTEROS RODRÍGUEZ; al Teniente JOSÉ NELSON ABRIL CADENA; al Teniente ÁLVARO BAHAMÓN VEGA; al Teniente JAVIER MARTÍNEZ ROBAYO; a un Subteniente ORTIZ y a otros cuyos nombres no recuerda.