eltiempo.com
11 de octubre de 1990
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En La India, un pequeño corregimiento de Cimitarra, enclavado en el Magdalena Medio santandereano, sonó ayer una salva de aplausos al conocerse la distinción con el Premio Nobel Alternativo a la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC), entidad que tiene su sede en esta población. El galardón fue creado en 1980 por el escritor y millonario sueco alemán Jacob von Uexkull con el fin de premiar y apoyar a quienes trabajan en busca de soluciones útiles y prácticas para los verdaderos problemas con los que nos enfrentamos hoy.
Según su fundador estas menciones surgieron porque los Premios Nobel Oficiales se han vuelto demasiado estrechos y especializados e ignoran muchos esfuerzos y conocimientos que son vitales para la supervivencia de la humanidad.
En la edición de los Nobel Alternativos de este año –su nombre es Distinciones a los medios de vida adecuados Right Livelihood Award– también fueron premiados el líder campesino africano Bernard Ledea Cuedragogo de Burkina Fasso; la economista norteamericana Alice Tepper Martin, y la abogada israelí Felicia Langer.
Paul Ekins, director de investigaciones de la fundación, dijo que la ATCC ha ayudado a reducir el porcentaje de homicidios de la región y a entablar un diálogo con varios grupos que perpetran actos de violencia. Los premios –dotados con 120.000 dólares– serán entregados en el parlamento sueco el 9 de diciembre, un día antes que los Premio Nobel.
No hemos trabajado en vano y este es un reconocimiento testimonial a quienes ofrendaron su vida para conquistar por segunda vez este territorio, dijo Antonio Gaitán, presidente de la ATCC, al celebrar el anuncio.
Entre tanto, en la India, sus habitantes se felicitaron así mismos, pues todos ellos forman parte de la organización que durante cinco años, le cambió la faz a una de las más ricas zonas de Santander, pero también la más azotada por la violencia.
La población compuesta por una amalgama de hombres y mujeres chocoanos, antioqueños y santandereanos, debió resistir primero las incursiones de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y luego de los grupos paramilitares que dejaron entre los años de 1986 y 1988, más de 500 muertos, entre ellos unos 268 productores agrarios.
Esta estela de tristeza y de dolor motivó a los dirigentes Saúl Castañeda, Josué Vargas y Miguel Angel Barajas, a mediar entre los dirigentes de las FARC, de los grupos paramilitares y de los altos mandos de las Fuerzas Armadas, para proponerles abandonar la guerra porque estamos cansados de violencia y de tantos muertos.
Ellos mismos tuvieron una cita con la muerte el 26 de febrero de este año. Ese día fueron asesinados por sicarios junto a la periodista Silvia Margarita Duzán Sáenz, cuando –como una paradoja– realizaban un reportaje sobre sus sueños de paz.
Días antes, Miguel Angel Barajas, el presidente de la ATCC, había escrito lo que sería el epílogo de su existencia: …ahora cuando los tiempos de la vida han vuelto al Carare, empiezo a sentir el pálpito de que aquí moriré, no por el accionar de un arma, sino de muerte natural y que posiblemente lo haga en un pueblecito que los campesinos estamos construyendo a orillas del río Minero, y donde todos sus constructores esperamos no tener que dejar nunca en su cementerio a un compatriota muerto por violencia.
El esfuerzo de la ATCC comenzó a dar frutos en 1988 cuando se montó la primera tienda comunitaria y se construyó con el esfuerzo de todos sus habitantes el centro de salud de La India.
Pero lo más importante es que la ATCC se convirtió en el epicentro de la unión de esta comunidad que llegó en 1967 para colonizar nuevas tierras y cosechar mejores esperanzas. La Asociación se enrumbó de esta manera en un nuevo modelo de economía campesina y de trabajo comunitario.
El asentamiento cubre unas 200 mil hectáreas para unas tres mil familias que trabajan en el mejoramiento de su desarrollo y que los convierte en la primera organización campesina en Latinoamérica y como un modelo ante el mundo.
La ATCC tiene un desarrollo claro de ejecución gradual, consolidando la paz bajo las premisas del derecho a la vida, al trabajo, al desarrollo y al bienestar.