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Gustavo Gallo Machado
Enviado especial, Maceo
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La última vez que en la finca La Mundial hubo molienda se sacaron dos cargas de panela, que apenas alcanzaron para que cuatro trabajadores y socios de la propiedad hicieran un mercado modesto. Eso fue hace año y medio. Desde entonces, los hornos, las calderas, la ramada, la pesebrera y el campamento se caen a pedazos, carcomidos por la maleza y el olvido.
La finca La Mundial fue todo un emporio panelero que se ubicó en el municipio de Maceo, en el Nordeste antioqueño. La historia se remonta a 1971, cuando se constituyó el Sindicato de Trabajadores Agrícolas (Sintraagrícola) justamente en la finca La Mundial, que hacía parte de la hacienda San Cipriano. La primera dedicada al cultivo de la caña de azúcar y a la panela, y la segunda a la ganadería.
En ese entonces, más de 150 trabajadores se dedicaban día y noche a cortar caña, sacar guarapo y panela. Antonio Morales, uno de los trabajadores de la época dorada del Ingenio Panelero La Mundial, como se llamaba, recuerda que aquello era un gran emporio económico, envidiado en toda la región debido a la cantidad de empleo y riqueza que se generaba.
”Pero los trabajadores vivíamos en unas condiciones lamentables. No había turnos, la comida no era buena y se abusaba mucho”, dice.
Fue entonces cuando surgió el primer sindicato agrario del país. La iniciativa, agrega uno de los hijos de otro de los socios que pide la reserva de su identidad, fue buena, porque lo que pretendía Sintraagrícola era acabar con las intensas jornadas de trabajo y dotar a los campesinos de horas de descanso, vacaciones, salarios justos, buena alimentación y condiciones laborales adecuadas.
En 1978 Carlos Tirado Vélez, uno de los fundadores de Sintraagrícola, le vendió a la familia Uribe Vélez la propiedad con toda la producción panelera. Eso, agrega Antonio Morales, implicó fuertes choques entre el sindicato y los nuevos propietarios, ya que la organización sindical hizo una firme defensa de los derechos adquiridos, mientras que los nuevos propietarios ofrecieron planes de retiro voluntarios, para disminuir la carga laboral.
Se entrega la finca
”Aunque había intensas conversaciones, parecía que sindicato y propietarios no hablaban el mismo idioma”, asegura Gustavo de Jesús Arroyave, otro de los socios. Ante esta situación, la familia del presidente Álvaro Uribe decidió ceder la finca, el 4 de junio de 1979, a los trabajadores.
Para adelantar el proceso, se constituyó el 30 de agosto de 1981 la sociedad Javier Suárez y Cía., que agrupó a 68 trabajadores de la finca, agremiados en Sintraagrícola. Sin embargo, la sociedad final quedó en manos de 55 campesinos, quienes compraron la propiedad el 30 de diciembre de 1982 por cinco millones de pesos, negocio que se formalizó en escritura pública el 17 de mayo de 1985.
En manos de los trabajadores, la producción panelera tuvo muchas dificultades de orden administrativo y manejo, agrega Antonio Morales. A eso se le sumó el señalamiento de que en La Mundial hacía presencia la guerrilla, y la llegada a la zona de un grupo de autodefensas, el MAS (Muerte a secuestradores), que incursionó en la finca y mató, a mediados de los 80, al trabajador Alfonso Jiménez e hirió a su hijo.
La producción panelera continuó diezmada pues la zona cultivada de caña de azúcar era menor y las amenazas contra los socios eran frecuentes.
”Muchos se tuvieron que ir porque ya se oía que llegaban las Autodefensas del Magdalena Medio y todos estaban amenazados”, agrega otro socio que reserva su nombre.
La sede sindical en Maceo se vendió y en la finca quedaron pocos trabajadores, que eran amenazados constantemente. De acuerdo con investigaciones del Instituto Popular de Capacitación, IPC, retomadas del libro Colombia nunca más crímenes de lesa humanidad, ”el 10 de noviembre de 1996, Darío Olarte Castaño, de 24 años de edad, campesino y socio de La Mundial, fue desaparecido por un grupo paramilitar. El 11 de febrero de 1997, en incursión a la finca La Mundial, los paramilitares al mando de alias Óscar asesinaron a cuatro campesinos, Gilberto Casas Betancur, Norberto Casas Arboleda, Argemiro Betancur Espinosa y Alcides Palacio Arboleda”.
”La situación fue dura y hubo mucho miedo. Aquí llegaron hombres armados reclamando y diciendo que éramos guerrilleros. Pero la verdad es que somos campesinos haciendo valer el derecho al trabajo”, agrega Antonio Morales.
En la actualidad, en La Mundial viven cinco de los 47 socios que siguen vivos. De las 246 hectáreas sembradas en caña de azúcar en la época dorada de la propiedad solo hay unas cuatro o cinco, de manera aislada. El resto son potreros.
Con la desmovilización de los grupos de autodefensa la presión bajó y hace cerca de dos años ”se vive una paz muy buena”, sostiene Gustavo Arroyave. Dice que quieren vender la propiedad pero no les dan lo que realmente vale.
Sobre los señalamientos que hay en contra del Presidente Uribe por los problemas de La Mundial, los campesinos solo atinan a decir que de por medio hubo muchos intereses que los perjudicaron a todos. Por eso el ingenio panelero orgullo de Maceo, que producía 50 cargas de panela diarias, entró en desgracia.