DECLARACIÓN DE SACERDOTES, RELIGIOSOS Y LAICOS DE MEDELLIN MOTIVADA POR EL ASESINATO DEL PADRE JAIME RESTREPO LOPEZ

JUSTICIA Y PAZ
Boletín informativo Volumen 1, No1 – Enero-Marzo 1988

ALGUNOS DATOS PERSONALES

El Padre Jaime Restrepo López tenía 44 años cuando entregó su vida como mártir de la fe cristiana, el 17 de enero de 1988 en el corregimiento de Providencia, municipio de San Roque departamento de Antioquia, Colombia.

Bachiller del liceo Salazar y Herrera de Medellín, entró al Seminario de la misma ciudad y recibió la ordenación sacerdotal el 6 de febrero de 1971.

Su trabajo pastoral lo realizó en múltiples formas y lugares:

Maceo: Como profesor en el Liceo, siendo estudiante del Seminario, en experiencia de magisterio.

La Susana, Corregimiento de Maceo: como diácono, fundador del Hogar Juvenil Campesino y pastor de esa región.

Cristales: Corregimiento de San Roque: como párroco durante más de 8 años, fundador del Liceo y del Hogar Juvenil Campesino, caminador incansable por todas sus veredas.

Allí descubre la necesidad del trabajo en grupos para reflexionar en el Evangelio y apoyarse mutuamente para hacerlo realidad en la vida presente.

San Javier, La Loma: Barrio al occidente de Medellín. Cambio total de actividad al pasar a una experiencia urbana, pero también gran impulsor del Liceo y del trabajo grupal.

Roma, Italia. Dos años dedicado al estudio de la filosofía por orden de sus superiores.

Parroquia de la Presentación (Sector de “los pinos”, en el barrio La América).

Profesor de Filosofía en la Universidad Pontificia Bolivariana: Esta parroquia y este trabajo que desempeña simultáneamente son dos lugares extraños para él pero donde desarrolla una labor inconmensurable.

Vereda de El Jardín, Antioquia. 6 meses de profunda experiencia personal,

San José del Nus: Corregimiento de San Roque, parroquia que comprende también al corregimiento de Providencia. Alcanza a estar dos meses, en compañía de los sencillos, hasta el momento de su martirio.

DECLARACION

Como sacerdotes, religiosos y laicos, de la iglesia de Medellín, amigos del P. Jaime Restrepo López, queremos dar testimonio de lo que hemos visto y oído acerca de su persona.

En medio de esta avalancha de muerte y, sobre todo, del asesinato de tantos luchadores populares, donde se muestran claramente las intenciones de acabar con toda dirigencia y organización del pueblo que busca conseguir una vida digna y poder vivir realmente en comunidad, queremos resaltar el significado de la vida y la muerte de Jaime, pues pensamos que tiene la característica especial de ser un testimonio cristiano y sacerdotal.

Quién es Jaime Restrepo?

Aunque tratar de definir una persona tiene el peligro de encasillarla demasiado, nos atrevemos a decir que lo que más resalta en su personalidad es su condición de Profeta y testigo de Jesucristo.

Vamos a tratar de expresar primero por qué nos parece profeta. Recordemos que un profeta es aquel que denuncia las fallas en nuestra relación con Dios y por lo tanto en lo que tiene que ver con la ley de amor entre los hombres y especialmente en unas relaciones regidas por la justicia. Además, el profeta anuncia que el hombre no está solo, que Dios está con él en su lucha. Un profeta de hoy no trata de adivinar el futuro sino que trata de construirlo de acuerdo a lo que aprende del mayor profeta de todos: Jesús de Nazareth.

Esta característica es, quizás, la que Jaime quiere buscar más ardientemente aunque no le haya dado ese nombre. En su respuesta a esta llamada del Señor para ser su profeta en medio de nosotros, nos parece que sigue dos hilos conductores: encarnación y educación.

Jaime. Profeta Encarnado: Este hombre está encarnado en la realidad misma de su pueblo: trata de comprenderlo, asumiendo, en lo posible, la condición del pobre, partiendo su tiempo, sus bienes, su vida misma con los despojados de este mundo.

¿Quién no recuerda a Jaime con un azadón o un machete en la mano, o con un bulto de cemento al hombro? EL trabajo material es parte esencial de su vida, no por necesidad económica, ni por crear vanas apariencias, sino porque quiere compartir el trabajo con los más humildes, en compañía de los pobres, y así se siente bien.

Pero insistimos en que es un profeta enviado por Dios, que trata de vivir en el mismo sentido de Jesús y por eso ve la necesidad de encarnación.

Jaime, Profeta Educador. Corno profeta no sólo se ocupa de denunciar, sino fundamentalmente de anunciar. Precisamente por eso se encarna y por eso se dedica con furor realmente profético a educar. Por eso nos parece verlo todavía en reuniones interminables, aprendiendo y enseñando, como es la vida de un verdadero educador, y todavía más, viviendo al compás del pueblo y poniendo con él hechos claros que son los que van haciendo la historia, como hace un educador que busca la liberación de su pueblo.

Jaime no es un profeta aislado que grita en el desierto: siempre está en grupo o tratando de formar grupos, que para él son no sólo una necesidad de formación, sino la única posibilidad de llevar a cabo su compromiso en la construcción del Reino de Dios.

Cuando apoya la educación formal, sabe lo que busca: el Hogar Juvenil de La Susana, los Liceos de Maceo, Cristales, La Loma (San Javier) la casa que sostuvo en Medellín y las aulas de la Universidad Pontificia Bolivariana son testigos mudos de esa preocupación, pero los que oyeron a Jaime en esas instituciones saben que él no quiere, simplemente, ayudar a sacar títulos de bachiller o en alguna profesión. sino formar personas en todo el sentido de la palabra y, ojala, testigos de la misma fe que él profesa y en la cual aparecen claramente los valores del Reino.

Además, recordemos que él es un educador que se educa, que aprende continuamente; Jaime es un estudioso, filósofo y teólogo, que no sólo dedica, en medio de sus afanes, dos años para estudiar en una Universidad de Roma, sino que permanentemente aprende de los más pobres: es un hombre siempre en búsqueda1 pues no estudia por mero placer intelectual, ni la ciencia lo aleja de la problemática del país o del mundo, ni mucho menos de su amor a los pobres o del gusto por el trabajo material.

Su experiencia reciente en una vereda del municipio de El Jardín muestra precisamente esa búsqueda inquieta y, a veces, aparentemente contradictoria: allá acompaña a una familia pobre en su trabajo diario durante seis meses, y dedica largos ratos a la oración y al estudio. Busca al pobre, busca al Señor y trata de encontrarse a sí mismo.

Jaime, testigo de Jesús: Lo que caracteriza la historia de Jaime son los hechos, los acontecimientos creados que hacen cambiar el rumbo de la historia. No hablamos aquí de personajes famosos en la vida nacional, ni de acontecimientos que ya estén dando un vuelco a la historia del país, sino de pequeños hechos que van cambiando las personas y las comunidades y que algún día mostrarán una Colombia nueva.

Los hechos que Jaime va poniendo a la vista de todos están inspirados en el Evangelio, y con ellos quiere mostrar el camino de Jesús que él, a su vez, va comprendiendo. Esta actitud es la que aparece más clara en estos dos últimos meses: Hechos… Testimonio a través de pequeños hechos.

En este caminar está su compromiso con el pobre. Es una actitud que no le impide ser un brillante profesor universitario de mucha acogida, o párroco muy apreciado en un barrio de gente acomodada, sin renegar de sus principios. Esto lo logra porque su preferencia por el pobre no está basada en el odio o en el resentimiento, sino en la opción por Jesucristo.

Si algo es claro en la vida de Jaime es que su compromiso con el pobre viene de su compromiso cristiano: que lo digan sus compañeros de Seminario, más que todo los que compartieron los “campos-misión” y de trabajo; que lo digan sus alumnos en Maçeo y los que lo conocieron como Diácono en La Susana, realizando los oficios más sencillos; que lo digan sus parroquianos de Cristales, la Loma (San Javier), los Pinos y San José del Nus que compartieron tantos ratos con él y por último las personas que lo conocieron en las veredas que visitó, o en las comunidades religiosas que tuvieron la gracia de recibir su testimonio.

En su convivir con el pueblo nunca se preocupó por poseer riquezas ni bien material alguno. Si algo tuvo, fue para prestar un servicio a los demás, y nunca dudó en desprenderse de cualquier cosa, hasta de su propia ropa, si veía que podía prestar un mejor servicio a otro. Que nadie nos diga, pues, que ese no es el camino de Jesús y esa la manera de ser su testigo en este medio nuestro de pobres y desposeídos.

En resumen. Jaime no es un personaje famoso a nivel nacional, pero es un testigo fiel. Si recordamos que la palabra “mártir” quiere decir exactamente “testigo”, caemos en cuenta por qué muere Jaime. El es profeta y testigo de Jesucristo. Jaime, profeta y mártir.

Esto no quiere decir que haya buscado temerariamente su muerte. Sabe que su vida peligra en San José del Nus y después de hacer conocer esta situación de sus superiores acepta trabajar en esa comunidad.

Sabe que la Iglesia, con la cual se ha comprometido, no es perfecta, pero así la ama. Para conservar la unidad de esa Iglesia hace el sacrificio alegre de muchas cosas a las que tiene derecho, o acepta conscientemente las disposiciones de sus superiores aunque no comparta las razones expresadas por ellos.
Sabe también que el peligro en que se encuentra viene de su compromiso con Jesucristo que lo ha llevado a comprometerse con los pobres. Y efectivamente su muerte fue planeada por aquellos a quienes no interesa que un hombre, que tiene una fe tan fuerte y un compromiso tan concreto como el de Jaime, pueda servir de aliento a los despojados de siempre para buscar la justicia que hemos aprendido de Jesús en el Evangelio.

Para nosotros Jaime sí murió y murió asesinado. Pero ahora vive: eso lo aseguramos. Porque Jaime siguió a Jesús, trató de encontrar el mismo sentido de la vida de Jesús, y porque nosotros, que también seguimos a Jesús, queremos que Jaime siga viviendo a través de cada uno de nosotros, por medio de nuestros hechos que harán cambiar, algún día, el curso de esta historia.