eltiempo.com
1 de febrero de 1995
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-299171
Mi nombre es Omar Cardona Castañeda, de 33 años, hijo de Omar y María Adelfa, presté servicio militar, soy vigilante de seguridad industrial y estudié hasta tercero de bachillerato en …
Así, a medio comenzar quedó la declaración que ante el inspector tercero de Tuluá, Mario de Jesús Grajales rendía una de las seis personas desaparecidas en esa localidad del centro del Valle.
Fue la última vez que se le vio el pasado viernes 27 a las 4:25 de la tarde, cuando seis hombres armados de pistolas y revólveres irrumpieran en el despacho judicial para ordenar a todos permanecer quietos y a otros ponerse contra la pared.
Solo dijeron pertenecer a la policía secreta de Buga (Sijin), aunque no mostraron ninguna documento que los acreditara como tal. Esposaron a los hermanos Omar y Henry Cardona Castañeda y a su amigo Horacio Londoño Zapata.
Afuera, otros obligaban a las empleadas de unas confecciones localizadas frente a la inspección, en el barrio Saleciano, a dejar de curiosear y a entrar a la fábrica. Todos partieron en un vehículo Toyota rojo y otros autos que esperaban en el lugar.
Similar suerte corrieron otros dos miembros de la familia Carmona Castañeda, Erney y Rodrigo, además de su amigo Víctor Hurtado, llevados por hombres armados en la madrugada de ese viernes frente a la Permanencia de Tuluá.
Henry y Erney aparecieron decapitados y mutilados flotando en el río Cauca, un río convertido en un botadero de cadáveres y asociado a las matanzas de 107 personas en Trujillo, a las vendetas del narcotráfico y a la época de la violencia política .
Sin embargo, pese al elevado número de personas que participó en los dos casos del múltiple secuestro, ninguna autoridad se percató de movimientos extraños o personas sospechosas en los alrededores de sus dependencias.
Los hermanos estuvieron ingiriendo licor y a la madrugada del viernes, según relato de sus familiares, algunos de ellos decidieron ir a comprar un pollo para un buen caldo y pasar el guayabo.
Lo único que conocen sus allegados es que regresaron después de un incidente en los alrededores de la galería. Según les manifestaron, les dispararon al parecer desde la fama La Hogareña.
Varios decidieron ir a investigar qué había pasado. Cuando transitaba en moto por el sector fueron capturados por las autoridades. Fueron llevados a la Permanencia Omar y Henry, además de Horacio Londoño, los mismos que serían desaparecidos de la Inspección horas mas tarde.
El reporte de las autoridades señala que recibieron en la madrugada una llamada desde la fama La Hogareña por la presencia de personas sospechosas en el lugar. Se menciona a un ciudadano de nombre Humberto Tovar Campo como el de la llamada.
Sin embargo, en la fama, los empleados guardaron total hermetismo y dijeron no conocer al mencionado ciudadano. El establecimiento aparece a nombre de un comerciante de apellido Pérez.
No hay pistas
En Tuluá las autoridades se limitan a dar el reporte de la situación presentada en la inspección tercera. Ninguna información se tiene sobre el secuestro, ni del hallazgo de los dos cadáveres.
No es la primera vez que sucede una situación similar en este municipio, de 150 mil habitantes, donde las carretillas o zorras tiradas por caballos se confunden en pleno centro con lujosos coches.
El alcalde Aymer Arango señala que la situación de inseguridad en Tuluá obedece al comportamiento de violencia generalizada en el país y señala como ejemplo a Medellín y el Urabá antioqueño.
Hasta ahora nadie se explica cómo o qué hora se enteró el grupo de secuestradores la hora exacta en que serían trasladados los tres retenidos de la permanencia a la inspección, para llegar con excactitud sólo unos minutos después y llevárselos.
El inspector Grajales señala que envió el oficio reclamando a los tres retenidos a las 2:30 de la tarde. En las actas de la permanencia aparece el oficio recibido a las 4:05 y fueron despachados minutos después. La indagatoria arrancó hacia las 4: 20 y unos instantes después hizo su ingreso el grupo de pistoleros.
El miedo se ha apoderado de la familia Carmona Castañeda. El temor de don Omar Carmona , un tractorista jubilado del ingenio es que una situación similar se registre con el resto de los cuatro hijos.
Por la extraña desaparición de sus hijos y amigos, desconfía hasta de las declaraciones a las autoridades y lo único que desea es que les respeten la vida. Un don que en Tuluá es menos apreciado que los lujosos autos que circulan por la ciudad.
El Cauca, un cementerio
El río Cauca todavía es un cementerio silencioso. Aunque no existe una estadística exacta de cuántos cuerpos aparecieron sobre las aguas del río, a su paso por el Valle, en los últimos diez años, los pescadores recuerdan días en los que sacaban entre cinco y nueve muertos.
Fueron las épocas de matanzas y masacres como las de Trujillo, en el centro del departamento, en donde fueron asesinadas más de 100 personas.
Comparado con esa época, el río ya no carga con tantos muertos, pero aún sirve de botadero de cadáveres. Pero dos de las seis personas secuestradas el viernes pasado en Tuluá aparecieron en aguas del Cauca.
El defensor Regional del Pueblo, Reynaldo Botero, dijo que no es extraño que los cadáveres arrojados al río tengan mutilaciones para evitar su identificación.
De acuerdo con la Personería de Derechos Humanos de Cali, muchos de los desaparecidos reportados en la ciudad son encontrados muertos en las aguas del río, en sitios como Marsella (Risaralda), en un remanso del Cauca que lanza los cuerpos contra las ramas de las orillas.
Se estima que en el cementerio de Marsella hay unos 250 cuerpos sin identificar, pues los cadáveres deben ser enterrados en fosas comunes ya que municipio carece de recursos para identificar los cuerpos.
Los cadáveres sin identificar que se pierden en el río se suman a los N.N. que terminan en fosas comunes sin ser reclamados por sus familiares o parientes. Según la Personería en los últimos cuatro años fueron enterrados en Cali 378 N.N..