CIMITARRA De la Colonización a la Militarización

Colombia Nunca Más
Editado electrónicamente por el Equipo Nizkor- Derechos Human Rights el 16jul01
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1. La Riqueza Forestal y Minera

1.1. La madera del Carare: incentivo de la colonización que no favoreció a los colonos

La colonización en Cimitarra se inició desde las primeras décadas del siglo XX. En 1925, con los trabajos del Ferrocarril del Carare se hicieron desmontes y se sembraron pastos. Muchos colonos llegaron a trabajar en el ferrocarril y luego en la construcción de la carretera del Carare. Pero durante la época de “La Violencia”, según cuentan pobladores de la región “Cimitarra llegó a quedar solo con el Ejército, el inspector y uno que otro godo del comercio” (1) pues esta era una zona donde Rafael Antonio Rangel Gómez contaba con mucho apoyo y era considerado como “el ilustre defensor de los liberales” (2), lo que llevó a que muchos pobladores fueran asesinados y otros tuvieran que abandonar la región.

Con la creación del Instituto de Colonización y Emigración, en julio de 1953, se dio impulso a una etapa fuerte de colonización de la región del Carare Opón, surgiendo la población de Cimitarra como el núcleo de colonización regional. Allí llegaron colonos de Santander, Antioquia y Chocó, que se dedicaron básicamente a la explotación de la madera.

El proceso de colonización en la región fue bastante duro, pues los colonos tuvieron que enfrentarse a largas jornadas de trabajo para abrirse campo en la selva, a las inclemencias del clima y a un enemigo mortal, la llamada “fiebre perniciosa”, que cobró la vida de muchos de ellos, según comentarios de pobladores de la región, “en Cimitarra se moría todos los días una persona por esta fiebre” (3)

La región del Carare Opón constituía la mayor reserva forestal del centro del país. En este bosque húmedo tropical se encontraban especies como: ají, caracoli, guayacán, caucho, laurel amarillo, sangre toro, balso, caimito, lacre, guásimo y ceiba, cuya explotación y comercialización permitía el sostenimiento de los colonos.

La madera continuó siendo uno de los renglones importantes de la economía de Cimitarra alcanzando los mayores niveles de producción entre 1984 y 1985; sin embargo, los beneficios económicos de la explotación y comercialización de la madera no fueron para los colonos sino para los terratenientes que tenían los medios técnicos para desarrollarla a gran escala. En 1990 algunos dueños de los aserraderos crearon la Asociación de Madereros de Cimitarra -ASOMACIS- que tenía el propósito de desarrollar programas de reforestación, pues la producción maderera había venido en detrimento por lo acelerado de la deforestación, que además conllevó la extinción de varias especies, pérdida de nutrientes en la capa vegetal, erosión y desaparición de las cuencas hidrográficas. (4)

1.2. De la agricultura a la ganadería: de los colonos a los terratenientes

A finales de la década de los sesenta, además de la explotación maderera, los colonos cultivaban maíz, cacao y plátano, que les permitía satisfacer sus necesidades básicas e inclusive ahorrar. Pero la llegada de comerciantes de otras zonas del país que compraron tierras en Cimitarra, mejoraron los pastos y trajeron ganado, fue desplazando a los colonos de sus pequeñas propiedades.

Para la década de los setenta ya la ganadería era extensiva y la propiedad de la tierra estaba en manos de terratenientes, que para hacerse a las tierras que los colonos habían despejado usaron todo tipo de métodos, incluidos los asesinatos. En 1998, el 86.8% de la tierra de Cimitarra era de pasto mejorado y pasto natural, tierra que estaba dedicada a la ganadería extensiva; el 12.8% era bosque y solamente el 0.4% estaba dedicada a la agricultura. (5)

1.3. El sueño del oro negro

Otra de las riquezas del municipio estaba en su subsuelo, con el petróleo. En 1923 las compañías La Lobito y López, esta última de propiedad de la familia de Alfonso López Pumarejo, entraron a explorar la selva del Carare en busca de petróleo. Estas dos compañías tuvieron un pleito en 1927, que llevó a que la Compañía López perdiera parte de las propiedades que tenía en el Carare.

En 1938 entró la Shell y estuvo haciendo exploraciones en lo que hoy comprenden las inspecciones de policía Puerto Araujo, Puerto Olaya y Santa Rosa del Carare.

Sin embargo, la explotación de petróleo no fue tan grande como se creía iba a ser. Cuando Cimitarra se erigió como municipio, el 23 de abril de 1967, se hablaba de que iba a ser una segunda Barrancabermeja por la riqueza petrolífera que había en su subsuelo y que ello traería desarrollo y prosperidad para el municipio (6), pero no fue así. Aunque se sabe que aún existen reservas de petróleo que no han sido explotadas. Las regalías que el municipio ha recibido por concepto de la explotación petrolera, no se han reflejado en obras de desarrollo que beneficien a la comunidad.

2. Lo Social y Lo Político

2.1. La oposición política: una constante en Cimitarra

Desde la década de 1960, la oposición política se manifestó en las urnas, con el apoyo a la ANAPO y al MRL, que aunque eran organizaciones que provenían del bipartidismo, marcaban las nuevas tendencias de la oposición política.

Para las elecciones de 1970, empezó a hacerse notar el Partido Comunista con el 15% de la votación. En 1976 la UNO, conformada por una coalición del Partido Comunista, el MOIR y el Movimiento Amplio Colombiano, que era una disidencia de la ANAPO, obtuvo el 62% de la votación. Pero la represión estatal de la década de los 70s y la paraestatal de los 80s llevó a que en 1984, la izquierda desapareciera por completo de la contienda política.

2.2. Los campesinos al frente de la organización social

En la década de los 60s los campesinos de Cimitarra, ante la necesidad de luchar por proteger sus derechos crearon el Sindicato de Trabajadores Agrícolas del Carare, que desde sus inicios fue atacado, sus afiliados fueron retenidos, requisados y maltratados permanentemente e incluso su presidente, Mario Silva, fue víctima de un atentado en el año1965.

En los 60s y 70s una forma de organización fuerte en la región eran las Juntas de Acción Comunal de las veredas, que lucharon por mejorar las condiciones de vida en las zonas rurales y en especial las vías de acceso.

En 1985 se creó la Asociación de Productores Campesinos del Carare, que buscaba que los pequeños agricultores se organizaran para buscar mayores y mejores posibilidades de comercialización de sus productos, sin embargo, no lograron sacarla adelante.

En 1987 surgió la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare ATCCen la inspección de policía La India. El 18 de junio de ese año, se reunieron aproximadamente 50 personas, que fueron convocadas por algunos líderes de la comunidad que desde tiempo atrás venían preocupados por la agudización de la violencia en La India, especialmente por los atropellos cometidos por el Ejército y los paramilitares. Uno de los fundadores de la ATCC describe así la situación: “En mayo entonces empezó el acoso por parte del mismo Ejército, nos reunían en La India precisamente los sábados y domingos que era cuando había más campesinos, nos obligaban a ir a reuniones y nos decían que nos uniéramos al Ejército, o que nos fuéramos con la guerrilla, o que nos fuéramos de la zona, o que nos moríamos que viéramos que íbamos a hacer… Esas reuniones se hicieron varias veces; posteriormente los militares ya hicieron la reunión en conjunto con los señores de defensa campesina, o sea los del MAS, les llamaban Autodefensa Campesina, pero realmente es el mismo MAS” (7). Entre el 15 y el 17 de mayo de 1987 los paramilitares estuvieron en La India y reunieron a los pobladores y les dijeron: “lo que se hizo hasta aquí se les perdona, pero si alguien la embarra de aquí en adelante, lo matamos” (8)

La ATCC se planteó negarse a prestar cualquier tipo de colaboración a la guerrilla, al Ejército y al MAS. Sostuvieron reuniones con las FARC y con el Ejército para plantearle su decisión. A la Asociación llegaron campesinos con posiciones diversas frente a los actores armados, los unía únicamente el deseo de que los crímenes contra los campesinos se acabaran.

Los directivos de la Asociación fueron muy optimistas en cuanto a los alcances que podía tener la organización para acabar con los crímenes en contra del campesinado; incluso el Ejército les había manifestado en un principio respetar sus decisiones, lo que fue confirmado el 28 de mayo, en que se reunieron 5 minutos con el General Guerrero Paz, quien les aseguró que “no tendrían problemas con el Ejército”. Pero luego, según narra uno de los fundadores, “ya comenzaron fue a hacernos la guerra, a decirnos que nosotros éramos la tapadera de la guerrilla” (9). Esta guerra tendría su máxima expresión con el asesinato de Josué Vargas Mateus, presidente de la ATCC, Saúl Castañeda, secretario de la ATCC, Miguel Ángel Barajas Collazos, asesor de la ATCC y la periodista Sylvia Margarita Duzán Saenz, crimen que fue perpetrado por paramilitares.

Pese a este duro golpe, la ATCC siguió existiendo y ampliando su radio de acción. Sin embargo, los propósitos y las actividades que ha venido desarrollando no son muy claros, pues resulta difícil creer que en una zona donde el control paramilitar es casi absoluto, se pueda subsitir en la “neutralidad”.

3. Los Actores Armados

3.1. La insurgencia armada

En Cimitarra existieron las autodefensas campesinas de la región del Carare desde finales de la década de los cincuenta, lo que facilitó la inserción de las FARC en este municipio, a donde llegaron en 1967. Posteriormente llegaría el ELN, pues aunque el 7 de enero de 1965, se dio a conocer públicamente con la toma del vecino municipio de Simacota, demoró unos años en llegar a Cimitarra. Durante la década de 1970 hizo presencia en la zona del Carare, al mando de Ricardo Lara Parada, pero solo hacia mediados de la década se evidenció su accionar en Cimitarra, con la toma del Cerro del Indio el 16 de febrero de 1976.

Terminando la década de los 70, el M-19 empezó a hacer trabajo en el Magdalena Medio, principalmente enYondó. En septiembre de 1979, después del robo de armas del Cantón Norte en Bogotá son detenidas por el Ejército, en el municipio de Bolívar, 14 personas, entre ellas los dirigentes Andrés Almarales y Carlos Pizarro León-Gómez, este último fue llevado a la base militar del aeropuerto de Cimitarra, donde fue torturado por efectivos del Batallón Rafael Reyes que tenía allí su sede.

En la década de los 70, el IV Frente de las FARC, comandado por Ricardo Franco, tenían un centro de operaciones en El Abarco, en Cimitarra. En esta misma época se intensificó el transporte de esmeraldas de la zona de Muzo (Boyacá) por el río Magdalena, por lo que se hizo fuerte la presencia del Ejército.

En marzo de 1975, el Ejército se tomó el centro de operaciones El Abarco, en la vereda Caño Abarco, donde fue asesinado un sinnúmero de guerrilleros, cuyos cuerpos fueron lanzados al río Magdalena. Este hecho se presentó luego de que José Santos, quien había sido guaquero de Muzo y trabajó como informante de la guerrilla pasara a ser informante del Ejército.

Después de este duro golpe, las FARC se replegaron un poco y el Ejército intensificó los atropellos contra las comunidades especialmente de las zonas rurales, pero esto antes que debilitar a la organización insurgente la fortaleció, pues según afirman pobladores de la región “muchos torturados y familiares de los masacrados fueron a engrosarlas filas de la guerrilla”. (10)

Durante la década de 1980, las tres organizaciones insurgentes continuaron teniendo presencia en Cimitarra, aunque el respaldo y apoyo con que contaban se vio mermado en parte por los excesos cometidos por el Frente Xl de las FARC, pero fundamentalmente por la represión militar y paramilitar que llevaba a que los campesinos tomaran distancia frente a la insurgencia, para evitar ser señalados como miembros o auxiliadores de la misma y en razón de ello ser victimizados.

El M-19 tuvo presencia hasta su desmovilización en 1990, mientras las FARC y el ELN continuaron teniendo presencia en la zona. Para 1998, aún tenían presencia en parte de la zona rural, especialmente en límites con el municipio de Bolívar, donde se dieron algunas incursiones armadas.

3.2. Las Fuerzas Armadas y los paramilitares

La militarización acompañó a Cimitarra desde que se erigió como municipio, el 23 de abril de 1967, día en que fue nombrado su primer alcalde. Hasta 1972 el municipio tuvo siete alcaldes militares (11). Ello permitía que, por un lado los alcaldes militares organizaran jornadas cívico militares y participaran en campañas como la de alfabetización en 1970, mientras otros militares se encargaban de ejercer la represión.

En 1975 la Compañía Cóndor del Ejército, al mando del Capitán Luis Próspero Cervantes Gil, adscrita al Batallón Santander con sede en Ocaña (Norte de Santander), estuvo en Cimitarra adelantando operativos, en desarrollo de los cuales se presentaron torturas contra varios campesinos. Para esa época el Batallón Santander estaba comandado por un Coronel de apellido Guzmán.

Entre 1976 y 1981 el Batallón Nº 38 Rafael Reyes, cuyo comandante era el Teniente Coronel Néstor Espitia Sotelo participó en múltiples crímenes y en la conformación de la primera expresión paramilitar que se conoció en la localidad, el “Movimiento Democrático Armado contra la Subversión’.

En la década de los setenta las bases militares existentes en Cimitarra eran: la del aeropuerto, que algunos consideraban un “campo de concentración”, pues en épocas llegó a tener a centenares de detenidos (en 1976 había por lo menos 400 personas allí recluidas); la de Piedralinda; la de Llano Mateo; la de la inspección de policía Campo Seco, que sirvieron de escenario para muchos de los crímenes de lesa humanidad perpetrados por el Ejército.

En 1981 el Comando Operativo Nº 10, con sede en Cimitarra, al mando del Coronel Ramón Emilio Gil Bermúdez, apoyó a los grupos paramilitares que se habían creado en la inspección de policía de San Juan Bosco La Verde del municipio de Santa Helena del Opón, posibilitando su expansión a Cimitarra. Otros militares de esta unidad que fueron señalados como miembros del MAS por la Procuraduría fueron: el teniente Ricardo Méndez y los sargentos Rafael Elino Hernández y Cristian Jaimes. (12)

A partir de 1983 con la creación de la XIV Brigada con sede en Puerto Berrío, se dio el fortalecimiento de los grupos paramilitares en toda la región del Magdalena Medio. En Cimitarra se crearon grupos en varias veredas que perpetraron múltiples crímenes durante la década de los ochenta y primeros años de la década de los noventa.

Entre los paramilitares que hicieron parte de ios grupos de Cimitarra están: El esmeraldero y comandante paramilitar Víctor Manuel Carranza Niño, quien tenía en Cimitarra una finca que contaba, entre otras “comodidades” con una pista de aterrizaje; Alonso de Jesús Baquero Agudelo, quien tenía en Vuelta Acuña su centro de operaciones, aunque se movía por Puerto Boyacá, Puerto Parra, Simacota y estuvo al frente de muchos de los crímenes que se perpetraron en el Magdalena Medio¡ Robinson Gutiérrez de La Cruz, exfuncionario judicial; Armando Clavijo, Jacinto Mejía, Francisco Mejía, Osear de Jesús Cataño Hernández, jefe paramilitar de Cimitarra, que participó en la masacre de La Rochela; Juvenal Quiroga González, vinculado a la Red de Inteligencia Nº 7 de la Armada que cometió al rededor de 80 asesinatos en Barrancabermeja entre 1991 y 1992; Luis Eduardo Ramírez, “El Zarco”, que estaba encargado de la zona de La Corcovada a finales de la década de 1980; más adelante asumiría el mando de las “Autodefensas del Magdalena Medio”; Alejandro Ardila, “El Ñato”, vinculado al asesinato de Sylvia Duzan y los miembros de la ATCC; Hermógenes Mosquera, “El Mojao”, vinculado al asesinato de Sylvia Duzan y los miembros de la ATCC, Armando Suescún, candidato a la Alcaldía de Cimitarra por el movimiento MORENA, vinculado a! asesinato de Sylvia Duzan y los miembros de la ATCC; Carlos Atuesta, miembro de la ATCC, quien al parecer estuvo vinculado al asesinato de Sylvia Duzan y sus propios compañeros de la ATCC; Gilberto Silva Cortés, comandante de la zona de San Femado a finales de la década de los 80s; Darío Alberto Marín; Waldo Patino García, que operaba en la zona de San Fernando; Miguel Alfonso Arias; Darío Cortés; Edgar Gustavo FIórez Fajardo; Ariel Fernández; Rodrigo Alonso Galledo Agudelo, recaudador de impuestos de Puerto Olaya; Claudio León; Denis Linares; Santiago Londoño Campo; José Plácido Londoño Londoño, Benjamín Lopera, inspector de policía Puerto Olaya; Jorge Armando Lugo Aponte; Isaac Meza; Julio Moreno, “Garavato”; José Aníbal Quintero Posada; Nelson Sepúlveda, ganadero de San Fernando; Ramón Serrano Mejía, quien tenía una casa en el barrio Arredondo, donde se reunían los paramilitares, y Pedro Antonio Vega…

(Documento completo ver:http://www.derechos.org/nizkor/colombia/libros/nm/z14I/cap2.html)