eltiempo.com
16 de diciembre de 1990
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En el fondo de la Taberna Esturpy, Charles Chaplin, con su mirada dulce y una rosa blanca en la mano, quedó intacto. A su alrededor, las paredes cubiertas de espejos, estaban rotas y salpicadas de sangre y esquirlas de granada. Sobre las mesas y el piso del local, el cuadro era aterrador: esparcidos por los cuatro costados yacían 17 jóvenes, unos muertos y otros agonizando.
El cocinero salió de la parte trasera de la taberna y restaurante, tembloroso, sin creer que aún estaba vivo. Cinco minutos antes, a eso de las 11:40 de la noche del viernes, escuchó los primeros balazos y gritos. Entonces se metió en el último rincón. Escuchó la balacera, que sólo duró unos tres minutos, el estallido de una granada y cuando los asesinos decían ya .
Se quedó otro momento y salió por sobre los cadáveres y los heridos que pedían auxilio. Llamó desesperado a Jaime, dueño de la taberna, Pero él estaba entre los muertos.
Cuando llegó la Policía a la taberna en la carrera 50 A de Itagí, el lugar estaba llenó de curiosos y familiares de las víctimas que lloraban.
El primero en ser trasladado a la Policlínica fue Rogelio Osorio, 22 años, quien luego de recibir varios balazos en el tórax fue rematado por la espalda.
Su madre recuerda que Rogelio, a las 8:00 de la noche del viernes, estaba sentado en la sala de su casa, e intempestivamente dijo que iba a dar una vuelta y no se demoraba.
El cocinero y algunos vecinos recogieron a los heridos. A la policlínica y otros hospitales fueron llevados Rubén Espinoza, Julio César Agudelo, Andrés Agudelo Bermúdez, Adriana Londoño Zapata, Carlos Mario Medina Restrepo, Geovanni Sánchez Múñoz y Fernando López García, hermano del dueño de la taberna. Geovanni y Fernando murieron en la Policlínica.
Mientras tanto, el inspector de Policía de Itagüí, Manuel Gómez Echeverri, hizo el levantamiento del administrador Jaime León López García, 26 años; Jorge Enrique Betancur Quiceno, 30 años; Oscar Medina Restrepo, 20 años; Mónica Molina Cano, 20 años; Carlos Gil Usuga, 22 años; Iván Cardeño Gutiérrez, 24 años; Dagoberto Agudelo Valencia, 19 años, Jorge Ignacio Upegui Dávila, y Adriana Rendón Ospina, de unos 19 años.
BOMBA A CARAS LINDAS
Los vecinos del sector dijeron que los asesinos eran hombres jóvenes, vestidos con ropa deportiva, encapuchados y se movilizaban en un taxi.
Las autoridades no tenían hasta ayer pistas de los criminales y los móviles de la masacre.
Hacía cinco años, cuando mataron a tres jóvenes en una esquina, no había homicidios colectivos en el sector.
Horas antes de la masacre diez personas fueran heridas al explotar una bomba, a la entrada del Gimnasio Caras Lindas , de la calle 33 con la carrera 74 A, barrio Laureles en Medellín.
Esos cinco kilos de dinamita fueron activados con mecha lenta y un estopín ineléctrico, según la Policía, también afectó a 21 locales comerciales y por lo menos veinte residencias del sector. Las pérdidas sobrepasan los treinta millones de pesos.
En la explosión resultó herido el vigilante José Cardona Flórez y a otras nueve personas, entre ellas, Daniel Escobar Taborda, de 16 años, Ernesto Vargas y Carlos Mario Londoño.
Entre los heridos también figura Hernando Londoño, hijo del constituyente del mismo nombre, quien figuró de segundo en la lista del ex alcalde Juan Gómez Martínez. Estos hechos son los últimos de una semana en que Medellín fue sacudida nuevamente por la violencia. El lunes en la noche fue gravemente herida en un atentado la magistrada del Tribunal Superior de Medellín, Carmen Palacio Palacio. El miércoles, dinamitado un camión de la Policía y perecieron nueve agentes. Y el viernes, fue econtrada, muerta a bala, Rosa Elena Arango de Naranjo, comerciante secuestrada desde octubre.