¡A LUCHAR!: LOS PERÍODOS, LAS RAZONES DE SU AGOTAMIENTO; LISTADO (PARCIAL) DE VÍCTIMAS

LANZAS Y LETRAS
23/03/2017
http://lanzasyletras.org/2017/03/23/a-luchar-los-periodos-las-razones-de-su-agotamiento-listado-parcial-de-victimas/

La investigadora Fernanda Espinosa Moreno identifica tres períodos en el desarrollo de ¡A Luchar!:

1. El surgimiento como acuerdo sindical (1984 a 1986)

Su fundación estuvo ligada a un acuerdo sindical con el objetivo de incidir en la creación de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT). En el marco de este acuerdo, en un principio la militancia fue únicamente de trabajadores sindicalizados.

2. Consolidación como organización y movimiento social abstencionista (1986 a 1988)

A partir de su primera Convención Nacional se acordó la ampliación del movimiento social. La militancia no se limitó a sectores sindicales, sino que se amplió a otros grupos sociales. Desde ese momento la participación y el trabajo político se fue extendiendo, llegando a ser un movimiento conformado por organizaciones campesinas, estudiantiles, de mujeres y cívicas. En este periodo, ¡A Luchar! se caracterizó por una apuesta política abstencionista, con la realización de campañas por el “No voto”. En esta fase se desarrollaron dos grandes movilizaciones por las cuales el movimiento fue reconocido: el Paro del Nororiente en 1987 y las Marchas de Mayo en 1988.

3. Trabajo alrededor de la constituyente y declive (1988 a 1991)

Esta tercera fase estuvo enmarcada en la propuesta de cambio constitucional. En este momento se realizó la elección popular de alcaldes por primera vez y las elecciones de constituyentes que participarían en la Asamblea Nacional Constituyente. Esta coyuntura hizo que ¡A Luchar! reevaluara su posición abstencionista, lo que provocó su declive marcado por debates internos, represión y genocidio contra el movimiento político de la época y la desmovilización de la Corriente de Renovación Socialista.

Además de esos períodos, Espinosa detalla:

“¡A Luchar! tenía una organización regional que dividía al país en cinco zonas: la región nororiente, suroccidental, la región de Antioquia y Eje Cafetero, la región centro y la región de la costa. Su presencia se destacó en Antioquia, Bogotá y el Valle, en donde reunía a los sindicatos más importantes. En el nororiente la militancia su fue fuertemente del campesinado, y en Barrancabermeja se destacaron los trabajadores petroleros”.

Sobre los motivos del final, la investigadora identifica tres razones:

En primera medida, el movimiento se convirtió en objetivo militar del paramilitarismo y de las fuerzas estatales. Se trata de un caso de genocidio político en el que buena parte de sus militantes fueron asesinados, desaparecidos o torturados. Una primera causa del declive de ¡A Luchar! señala que fue este nivel de represión estatal y paramilitar el que llevó a la desarticulación del movimiento. La Operación Relámpago, llevada a cabo en 1990 por el Ejército Nacional, que incluyó detenciones masivas, allanamientos, desapariciones y torturas, ha sido catalogada como un crimen de Lesa Humanidad por organizaciones defensoras de derechos humanos como Colombia: Nunca Más, la Corporación Jurídica Humanidad Vigente y el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo.

Una segunda razón sobre el final del movimiento fueron las discusiones internas, plantea Espinosa. La diversidad de sectores sociales, con sus respectivas posiciones políticas existentes dentro del proyecto y la multiplicidad de prácticas, desgastaron los espacios de discusión y la unidad entre sus miembros. Algunas discusiones políticas llevaron a la salida de varios de los grupos que lo conformaban. El debate central fue si continuar con una política abstencionista o participar en elecciones, lo que generó fuertes discusiones internas que hicieron imposible continuar con el movimiento. Este debate partía de explorar su participación en la Asamblea Nacional Constituyente.

Un tercer motivo se encuentra en el contexto del conflicto social y armado. Algunos militantes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) participaron en este movimiento político, que mostraba ciertas coincidencias programáticas con esa organización insurgente. Esta relación generó debates tanto dentro del ELN como al interior de ¡A Luchar!. En particular, tuvieron peso las discusiones relacionadas con la desmovilización de la Corriente de Renovación Socialista (CRS), una fracción de esta guerrilla.

Concluye Espinosa: “¡A Luchar! debe ser entendido como movimiento social y reconocer su papel como agente político autónomo, aunque se desenvolvió en un contexto de conflicto armado en que las relaciones y diferenciación entre izquierda política e izquierda armada se hicieron borrosas”.