A 20 AÑOS DEL ASESINATO DE LA PERIODISTA SYLVIA DUZÁN Y LOS LÍDERES AGRARIOS JOSUÉ VARGAS MATEUS, SÁUL CASTAÑEDA Y MIGUEL ÁNGEL BARAJAS COLLAZOS

Este 26 de febrero, se cumplen 20 años del crimen de la periodista Sylvia Duzán. Asesinada junto con tres dirigentes agrarios en Cimitarra, Santander, cuando realizaba una investigación sobre la realidad en esa región.

centromemoria.gov.co
Entrevista con Salomón Kalmanovitz
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Se había citado en La Tata con los líderes de la vereda La India, Josué Vargas Mateus, presidente de la Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC), y los dirigentes Sául Castañeda y Miguel Ángel Barajas Collazos, para conocer allí con ellos, la muerte.

El Centro de Memoria, conversó con su esposo, Salomon Kalmanovitz, conocido intelectual y hoy decano de la facultad de economía de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

”El crimen sigue en la total impunidad pasados todos estos años. Gustavo Gallón, abogado de la Comisión Colombiana Juristas, para que no prescriba el delito, interpuso una acción ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos”, señala.

Los autores materiales, añade, se mataron entre ellos mismos y no hay ningún detenido.

Preguntado sobre la situación de Ramón Isaza, uno de los señores de la guerra en el Magdalena Medio, y sobre quien pesa la acusación de ser uno de los autores intelectuales del crimen, Kalmanovitz indica que ”solo sabe repetir que no se acuerda de nada para evadir sus responsabilidad”.

”Quienes fueron detenidos como autores materiales, pronto conocieron la libertad al ser exonerados. La Procuraduría General de la Nación interpuso algunas acciones contra los policías y militares que se hallaban en el lugar de los hechos y que estaban esperando la llegada de los tres líderes campesinos y Silvia a la cafetería donde fueron masacrados, pero también resultaron exonerados”, enfatiza.

Cuando le anotamos que pareciera que el tiempo se hubiera estancado o que ”volviera en redondo” como dice García Márquez, al recordar que Sylvia se encontraba realizando para el canal 4 de Inglaterra el documental ”El veto del narcotráfico en las elecciones de 1990”, nos interrumpe: ”hoy la situación se ha magnificado; la interferencia de los agentes armados del narcotráfico se ha extendido y después del crimen de Sylvia, la espiral de violencia no ha cesado”.

”Para ese entonces el paramilitarismo comenzaba a preparase para lo que sería todo su accionar posterior, con centenares de masacres y los magnicidios que conoció el país”, enfatiza.

También comenzaba ese año el proceso de paz con el M-19 y otros sectores armados y que culminaron con las elecciones de la Constituyente en diciembre de ese año, le mencionamos.

”Si, había como una especie de optimismo en el país paralelo al drama de la violencia”, responde.

”Este 26 de febrero vamos a recordar a Sylvia a través de la música que tanto le gustaba, en una velada con familiares y amigos, amenizada por el grupo de rock, Hora local que ella ayudó tanto a conformar con su entusiasmo y sus composiciones”, señala.

Sylvia se destacó por su vocación artística, no solo como periodista sino como creadora musical. ”Ella hizo música para varios documentales en los que trabajó como Sicarios, uno sobre las Comunas de Medellín”, entre otros, recuerda.

”Había militado en el M-19, de donde se marginó lealmente, pues era muy libertaria, pero siempre continuó siendo una persona de izquierda. Como profesional, hizo un periodismo con responsabilidad social, de investigación, esa era su compromiso y por eso se metía en temas de riesgo”.

Kalmanovitz, de hablar pausado, mientras apura un café en su oficina de la facultad, no titubea en responder que no volvería a Cimitarra, ”un pueblo que sentí inhóspito, feraz; solo fui allí a recoger el cadáver de Sylvia”, mostrando así todo el dolor por la tragedia.

Considera de gran importancia proyectos como el Centro de Memoria para recordar a las víctimas de la violencia.

”Para nosotros, por provenir de una familia de periodistas y tener relaciones con voz, hemos podido proyectar nuestra dolorosa situación, pero miles de víctimas de las masacres y el desplazamiento forzado permanecen anónimas, su voces están apagadas, por eso iniciativas como el Centro de Memoria significan que instituciones públicas les presten su voz para que nada quede en el olvido”, subraya.

Kalmanovitz termina diciendo que es muy difícil vivir con el dolor que produce la pérdida de un ser querido por la violencia, pero causa aun más ira que los perpetradores no conozcan el castigo y los crímenes continúen en la impunidad.

”El crimen no es solo segar la vida sino que se amplía a todas las demás personas cercanas a la víctima: es una herida que no cicatriza y la impunidad contribuye a que no se complete el duelo”.