El crimen que segó la vida de Teofilo, su compañera Leonilde y sus acompañantes sigue en la impunidad. Todos ellos fueron asesinados en un restaurante en el sur de Bogotá.
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Teofilo Forero era un obrero metalúrgico nacido en Natagaima (Tolima) en una familia campesina. Tuvo tres hijos: Mario Alexander, Galia y Andrea. Llegó a Bogotá huyendo de la violencia y se convirtió en obrero, posteriormente dirigente del sindicato de Talleres Centrales.
Militante del Partido Comunista desde la década del 50, ingresó a él durante la dictadura de Rojas Pinilla, en la cual esta organización actuaba en la clandestinidad. En 1964 fue fundador de la Confederación Sindical de Trabajadores de Colombia (CSTC) e hizo parte de su primer comité confederal.
Contribuyó a la fundación de la Federación Sindical de Trabajadores de Cundinamarca, FESTRAC, de la cual fue su Presidente.
Fue Concejal de Bogotá durante varios periodos, posición a la que lo llevó el movimiento sindical y popular; igualmente se desempeñó en varias oportunidades como Diputado de la Asamblea Departamental de Cundinamarca.
Teófilo fue asesinado el 27 de febrero de 1989 en compañía de su esposa Leonilde, del dirigente político de Córdoba, Antonio Sotelo, de 35 años y también miembro del Comité Central del Partido Comunista, recientemente elegido; de su leal conductor, José Antonio Toscano, de 41 años, nacido en Boyacá y luchador por la vivienda.
Su asesinato, que antecedió los de los dirigentes sindicales Fermín Meléndez, perteneciente al magisterio en Tolú (Sucre); Francisco Dumar, Presidente de Sintrava en Montería; Jorge Eliécer Agudelo, Fiscal de Sintrametálicas de Palmira y Luis Eduardo Yaya, Presidente de la Federación Sindical de Trabajadores del Meta, despertó la protesta popular en varias sectores de la capital y del país, porque Teófilo estaba aferrado a la causa popular; lo querían en los barrios, las veredas y los municipios que lo vieron erigirse como líder al lado de la causa del pueblo, siempre, con la modestia, característica propia de su extracción obrera.
Sobre Teófilo escribió Manuel Cepeda: ”.Era recio. Y decía las cosas sin rodeos. A los 52 años de su edad, despuntaba como uno de los mayores paladines que ha tenido nuestra clase obrera. Proveniente de las entrañas del Tolima, sus raciocinios estaban siempre salpicados de bromas. Y las cosas, bajo la sobria y poderosa luz de su pensamiento de obrero, transmitían siempre un mensaje de esperanza”.