En los días 26 y 27 de abril de 1956, bajo el imperio de la dictadura militar, se ejecutó por parte de las fuerzas represivas del ejército uno de los más execrables genocidios de la historia de la violencia. Calarma, Santo Domingo y Los Brazuelos, veredas del municipio de Chaparral, sufrieron el exterminio en masa de más de 400 HOMBRES, entre los que se encontraban menores de 13 años.
Los ejecutores de este genocidio fueron, en primer término, el sangriento Coronel Julio Enrique Villate, comandante de la represión en el Sur de Tolima; el teniente Londoño, alias Terrón; los cabos García, gallón y Barrera, este último, actual sargento instructor del Batallón Caldas; éstos y otros más posteriormente fueron condecorados y ascendidos en plena plaza de Chaparral como “héroes” de las Fuerzas Armadas ante la indignación general de la comunidad chaparraluna. Aliados de las fuerzas represivas en esta masacre fueron los latifundistas, traficantes de la violencia como un tal seudo-jefe liberal Álvaro Iriarte, hoy próspero comerciante de Girardot.
En los aciagos días del 26 y 27 de Abril, todo hombre que en esta región se encontrara por caminos y trochas con los destacamentos militares era pasado a bayoneta.
En Calarma, finca “La Siberia”, el cabo Barrera y sus patrullas, acribillo a 19 campesinos, entre ellos a ROQUE OSORIO, crucificado y pasado a bayoneta; FERNANDO ROJAS y SU HIJO de 11 años por el delito de protestar por el asesinato de su padre y de otros trabajadores, entre los que se encontraba LUIS MORENO. Sepultados en fosa común, el tenebroso cabo Barrera impidió que las viudas y los familiares de los masacrados se acercaran a ella.
En la escuela de Santo Domingo sobre el río Tetúan, fusilaron más de 75 campesinos, entre ellos a CLÍMACO, ÁLVARO y AUGUSTO ARIAS FIERRO; JORGE DUCUARA, ALFREDO CÓRDOBA de 13 años y su hermano ALFONSO CAMPOS, los hermanos LIZCANOS; BAUTA MOLANO a quien le obligaron a abrir su propia fosa, le cortaron la lengua, le sacaron los ojos y los castraron. En la misma vereda, mataron a CLIMACO ARIAS y su hijo de 16 años, ALDEMAR ARIAS FIERRO, cuyos cadáveres arrojaron al río Tetúan.
El río Tetúan se tiñó con la sangre anónima de muchos trabajadores, que por ser la época de la cosecha de café venían de otras regiones, ignorándose por este motivo sus apelativos.
Chaparral vivió horas de angustia ante la arremetida del Coronel Villate. Hasta el párroco de la localidad, el Reverendo Padre Jiménez protestó enérgicamente por tan espantosa masacre ante las autoridades civiles y eclesiásticas nacionales.
Después del 10 de mayo, se presentó demanda, ante la junta militar, por el genocidio de Santo Domingo, Calarma y Los Brazuelos. La Junta Militar nombrada por Rojas Pinilla, se llenó de pavor ante una posible investigación de tan sangrientos hechos. Fue a raíz de esta denuncia cuando se dictó el decreto “por el cual se prohibía a la justicia ordinaria investigar las actividades de los militares”.
Hasta hoy la investigación ha recorrido un accidentado camino, de Juzgado en Juzgado, de Tribunal en Tribunal, sin haber llegado a ningún resultado. Los criminales permanecen en sus puestos o han sido recompensados con ascensos o gozan de jugosas pensiones en uso de “buen retiro”.
Al cumplirse el octavo aniversario de la criminal masacre, el pueblo del Sur de Tolima exige castigo para los autores intelectuales y materiales de ella (1).
En Diciembre de 1964, Álvaro Echandía, representante del MRL por el Tolima, hace debate en la Cámara contra las actuaciones de los militares durante la VIOLENCIA en el Tolima y cita casos, como por ejemplo: “En el río Terán, asesinaron 300 CAMPESINOS en un día y se robaron 1.500 piezas de ganado. No se han realizados las investigaciones pertinentes”. El cura de la población enloqueció. Se llamó a juicio a Villate, quien mostró orden firmada por el general Navas Pardo (ex-presidente de la junta) para arrasar la región (2).
Fuentes:
1. VOZ PROLETARIA Año II - Num 22, Pag. 7, Bogotá, D.E., Abril 30 de 1964
2. EL LIBRO NEGRO DE LA REPRESION ▪ Frente Nacional 1958-1974 – Jorge Villegas Arango (Editado por: CSPP Comité de Solidaridad con los Presos Políticos) Bogotá, 1ª Edición, Agosto de 1974